López Obrador insiste en actuar como candidato en esta campaña, sin él los candidatos de MORENA están huérfanos.

El periodista y escritor Jorge Zepeda Patterson expuso, con sobradas razones, el agotamiento de las mañaneras de López Obrador, de ambos. Pero como la necedad personal del presidente jamás cambiará, lo que resta del mandato allí lo veremos parado detrás de su púlpito, muchas de las veces golpeándose a sí mismo. Dice el refrán: “a cada quien su gusto lo engorda”.

Hoy, hace unas horas, volvió a lanzarse con todo en contra del INE, señalando que dentro de sus empeños está el “destruir la democracia”. De paso también acusa al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, de alguna manera un peón en su tablero de ajedrez. 

Es muy temprano para pretender concluir dónde terminará esta fijación lopezobradorista por concentrar todos los poderes en su persona, cuando se advierte que no tienen capacidad para atender los que están en el ámbito de sus facultades expresas y limitadas. 

Tengo por demencial su frenético propósito por acabar con el INE, y pienso que de continuar por esa línea se puede llegar a convertir en su Waterloo, pues con todo y los poderes que adosa a su cargo empezará en un declive natural, y si sueña con prorrogarse o re elegirse, con mayor razón. De él se encargarán los propios morenos, cumpliendo una vieja ley de las revoluciones que se caracteriza por el mito de Saturno: tras devorar a sus hijos, este ente mitológico –López Obrador, mitómano– terminaba por devorarse a sí mismo.