
Déficit en la política exterior mexicana
Un déficit caracteriza al gobierno de Claudia Sheinbaum hasta este momento: el de su política exterior. La carencia, en parte, es responsabilidad de que tanto en la Secretaría de Gobernación como en la de Relaciones Exteriores no están dando la medida que se requiere para la circunstancia que se venía anunciando con la llegada de Donald Trump al poder y, desde luego, la inauguración –así le llaman– de su gobierno con sobrados tintes amenazantes e intervencionistas para México.
Es reconocida una norma de política internacional, con mucha experiencia a lo largo de los últimos dos siglos, que cuando una potencia superior amenaza al mundo o a un país, broten las defensas a ultranza de la soberanía como un mecanismo retórico.
No digo que proclamar su defensa no tenga un valor. Pero no lo es todo, se necesita una visión de Estado que se adentre en los problemas, en este caso mundiales y bilaterales, y se disponga de una diplomacia marcada por sus contenidos de política exterior esencial, lo que obliga, por una parte, a tener un diagnóstico de mundo interior en la república, reconocer la magnitud de sus problemas y los que se compartan con la potencia agresora.
Hay que dejar de lado, por tanto, la divisa ingenua y demagógica que inauguró López Obrador cuando afirmó que la política internacional de México la iba a dictar la política interior, lo cual es una falacia trágica y las consecuencias las estamos viviendo ahora en el ambiguo discurso de la presidenta y su carácter totalmente acompasado.
Hay momentos en los que se ve que su dubitación denota ignorancia y, por ende, eso se traduce en la ausencia de posiciones claras y contundentes que le den direccionalidad al país en este momento y en los años que vienen, que prácticamente serán los de todo este gobierno.
Se advierte que el equipo en ambas áreas de la administración de Sheinbaum no está dando el ancho, y es más grave en el caso de la Secretaría de Relaciones Exteriores, a cargo de Juan Ramón De la Fuente, que dígase lo que se diga, no está a la altura de la experiencia que el país tiene en reconocidos funcionarios del servicio exterior que le saben bien a los laberintos de la política externa, la diplomacia y que además tienen la práctica y el conocimiento histórico de la dinámica de los conflictos.
De ahí que algunas voces se están levantando para exigir un ajuste en el equipo gubernamental, y además, si se busca la unidad nacional a ultranza, como se dice en el discurso barato del morenismo, del tipo del senador Gerardo Fernández Noroña, esta no puede ser del simple seguidismo a los planteamientos oficialistas.

