El quinquenio de Javier Corral está a punto de terminar y la seguridad pública continúa en espera de que la burocrática secretaría que le crearon a Emilio García Ruiz ponga en práctica las labores de inteligencia que cacaraqueó a diestra y siniestra. 

Ayer, en el municipio de Cuauhtémoc, en una zona aledaña a su libramiento urbano Gómez Morín, se encontraron cuatro cadáveres que muestran impactos de bala, aparte de tener atadas sus extremidades. Es una nota que ensombrece la vida de esa próspera y pujante región. 

Según informaciones policiacas, se trata de cuatro jóvenes que perdieron la vida, cuyas edades oscilan entre los 18 y 24 años de edad. 

Vivimos en medio de un terror que se ha tornado prácticamente cotidiano, y lo más grave –así se le percibe– es que ya nos acostumbraron a vivir en la insensibilidad hacia estos sucesos que prácticamente se toman como cosa de la vida ordinaria. 

La oferta del gobierno local fue remediar esto. No lo logró. Particularmente en esa zona el gobierno federal, a punto de cumplir sus tres años en el poder, tampoco. La Guardia Nacional es un simple uniforme y “legalización” de las fuerzas armadas en asuntos que no son de su competencia que ha trabado el surgimiento de una policía profesional que se haga cargo de este delicado problema. 

En fin, ahora habrá cuatro cruces más en algún cementerio, si es que no van los cadáveres a la fosa común por no estar identificados. 

Una historia de sangre sin fin.