En poco menos de cuatro años y medio el gobierno de Javier Corral heredará al estado 4 mil 415 homicidios, más los que se acumulen a la conclusión de su quinquenio gubernamental. La diferencia con el gobierno anterior de César Duarte será irrelevante, por no decir igual o superior, por los meses que vienen y que se ubicarán a lo largo del proceso electoral.

El de Corral fue un gobierno que se inició bajo el ofrecimiento de ir a fondo en este delicado asunto y, como en tantos otros, ha quedado a deber. La frivolidad con la que se condujo César Peniche Espejel, Óscar Aparicio, que tanto daño hizo, y la ausente inteligencia que ofreció Emilio García Ruiz, ha quedado exhibida como ineficaz para una seguridad pública que tanto requiere el estado.

Hubo relumbrón en las medidas que se tomaron, como intervenir municipios tan importantes como Cuauhtémoc, o crear la Secretaría de Seguridad Pública, al frente de la cual quedó el mencionado García Ruiz, quien llegó al cargo ofreciendo cosas grandes a sabiendas de que jamás las iba a lograr. 

Mientras tanto el baño de sangre continúa, se sigue gastando en camionetas blindadas con las que se resguardan los jefes de estas áreas, eso sí de muy buena manera. 

Hoy Chihuahua tiene vastas zonas de extraterritorialidad donde manda el crimen organizado, lugares donde las palabras gobierno, estado y ley no significan nada. Y ahí están los 4 mil 415 homicidios que lo acreditan estremecedoramente. Por eso el PAN no debe repetir en el gobierno del estado.