Algo acerca de Aras
No es la primera ni será, lamentablemente, la última vez que suceda. Los fraudes colectivos que llegan a miles y millones de personas suceden a ciencia y paciencia de los estados ausentes, carentes de previsión y renuentes a regulaciones efectiva, seguras.
Hoy es Aras, mañana tendrá otro nombre, pero siempre es la misma maquinación. En el fondo, y hay que decirlo, está una sociedad que hace de la codicia y la ambición irracional la base de un utilitarismo que al final beneficia a pocos y esquilma a todos.
Aras ya es un problema social y muchas incógnitas se tienen que despejar hacia su solución que esperamos sea plausible.
Es curioso que estos fraudes sucedan a los ojos de todos y sólo cuando hacen crisis nos percatamos de su magnitud. Al final, van y estallan a las puertas de las instituciones estatales que pecaron de negligencia y que les sacan al bulto porque los deudores y defraudadores directos están en otra parte.
Un problema colateral, pero no menos importante, es que a partir de estos conflictos crecen las ambiciones y asoma el clientelismo político.
Ojalá y los afectados directos tengan la capacidad para auto gestionar sus propios problemas y encuentren las mejores soluciones. Les deseo suerte y colaboración distante cuan desinteresada.