Alfredo de la Torre, aspirante a síndico
El doctor Alfredo de la Torre busca, envuelto en la amplia cobija del PRI, convertirse en el síndico del municipio de Chihuahua, importante en más de un sentido por ser el capitalino del estado. He de decir que mantengo con él una tenue relación desde su época de líder estudiantil en la UACH; además hay motivos de afecto porque siempre he recibido de su persona un trato deferente, respetuoso y servicial cuando he tenido que acudir ante él en búsqueda de solución de algún problema en el que él ha de intervenir por su desempeño público. Cuando lo defenestraron como director de la importante Facultad de Contaduría y Administración de la UACH, levanté la voz porque estimé que estaba implícita una tropelía solapada por los duartistas y “arreglada” con la intervención del oportunista Marcelo González Tachiquín, que apareció en el ruedo partiendo plaza, en claro intervencionismo a la carcomida autonomía universitaria. Sé, además, de sus capacidades, de su dedicación por la academia y no tengo duda que tiene los arrestos suficientes para llegar a desempeñar el cargo que busca, en una elección que se ve muy difícil de ganar.
Empero, revisando la primera declaración pública que hizo en torno a sus aspiraciones, encontré dos cosas que de ninguna manera se concilian con al esencia del cargo al que aspira. En primer lugar su calidad partidaria, que de ganar el PRI llevaría sin duda a esa nada extraña confusión entre auditor y auditado, lo único que en principio permite solventar un desempeño confiable en el área de defensa del patrimonio público; pero ya dije que la elección es difícil. Cuando propuse la creación de las sindicaturas, que luego se aprobó por el Congreso del Estado, sostuve que el síndico debe ser de distinto partido al del presidente municipal, la administración que encabeza y la mayoría partidaria de sus regidores. El diseño institucional no fue por ahí, y sólo son distintos cuando el voto popular concede diversas votaciones mayoritarias a la planilla del presidente que gana la elección y la del síndico.
Que la sindicaturas son una caricatura, lo pone de manifiesto un Héctor Elías Barraza Chávez, modelo que se replica en muchos, por no decir todos, los municipios. Pero la caricatura aquí es doblemente grotesca: Barraza es de distinto partido al de Garfio y Baeza Fares, pero más priísta que ambos, y además lo designó César Duarte y a confesión de parte, relevo de pruebas. En realidad, los ciudadanos, y sobre todo los contribuyentes, desean que haya síndicos de excelencia y, si me apuran un poco, bien coordinados con otros entes fiscalizadores y auditores. Pero ese es otro tema.
Y aquí viene la segunda cosa a la que me quiero referir, pero ese ordinal no le resta importancia. Alfredo de la Torre es de los que dice que todo se lo debe al PRI, que todo cuanto es se lo debe al PRI, que incluso lo que es su hijo en cuanto a formación y demás, también se lo debe al PRI. En otras palabras, lo que de la Torre dice es que es priísta desde la piel hasta la médula. Y eso, en un país como México, significa, a mi juicio, que no es la figura pertinente para el cargo que se pretende. ¿Respeto y franqueza? Ambas cosas.