El periodismo post mortem de Carlos Monsiváis reporta un déficit con la ausencia de Por mi madre, bohemios, ya que no encontramos los comentarios pertinentes y siempre atinados a las muchas declaraciones de políticos y empresarios que hablan nada más porque pueden, es decir, porque tienen lengua. Recuerdo esto a la luz de ver recientemente una plana completa, en El Heraldo de Chihuahua, en la que la señora Alejandra De la Vega prodiga su pensamiento.

En primer lugar no columbra que su buena suerte básicamente se la debe a una herencia centenaria, herencia de riqueza desde luego. Empieza por referir su encuentro con Javier Corral, ya gobernador electo –antes fue del PRI y serranista–, como aquel encuentro famoso camino de Damasco. Su vida dio un giro. Un giro tan grande que la colocó en la ruta de convertirse en secretaria de Innovación y Desarrollo para la que presume la suerte de su herencia y sus relaciones con Paul Foster, el petrolero republicano que probablemente está de plácemes con Donald Trump.

Ella afirma que no está en su plan de vida hacer carrera política, cuando en la realidad sabemos que se ha dedicado a la política, salvo que ella entienda por esta actividad otra cosa que no sea influir en la vida pública. Quizá pensó decir que no quiere ser política profesional, lo que sería plausible dado su enorme fortuna, en torno a la cual evade una explicación que le debe a todos los chihuahuenses acerca del famoso 3 de 3, al que ella se negó por “razones familiares”.

A su tiempo dije que si le interesaba su seguridad familiar y su fortuna que era legítimo que se abocara a eso y no tener la desmesura que muestra en la publicación actual de querer dar lecciones políticas para el ejercicio de la crítica y la participación ciudadana, cuando ella vive en la opacidad; es decir, quiere tener sus intereses a salvo incumpliendo con la transparencia que obliga hoy para mostrar un mínimo de decencia. Pero eso sí, nos advierte que los mexicanos no tenemos la corrupción en nuestro ADN, aunque oculta que buena parte de los negocios a que se dedicó la familia por más de cien años tiene mucho que ver con las buenas relaciones con el poder público, como es lógico inferir en un país en el que la comercialización de bebidas alcohólicas ha estado normado con tintes muy claros de cercanía con ese poder público y la política.

Al igual que buena parte de los panistas, se pronuncia por la represión en contra de los insurgentes que resisten al gasolinazo y, además, por razones también familiares. En realidad la señora está en un conflicto de intereses, porque su fortuna riñe con darla a conocer y además porque es bien sabido que en la búsqueda de negocios públicos es fácil detectar los intereses privados, y sinceramente no creo que ella sea la excepción.

Hoy, al igual que al inicio del duartismo, la señora nos dice que irá a otros continentes, a Europa, Oriente, China, a buscar inversiones. Se trata del turismo siempre engañoso y prodigo en la mentira de que por el solo hecho de que se presenten en otro continente ya va a fluir el capital hacia estas tierras. Todos sabemos que esas decisiones son de ciclo largo, pero la secretaria pretende hacernos creer lo contrario.