El estado de Chihuahua no puede seguir a la deriva. Con un gobierno ausente, con grandes problemas de seguridad, con zonas de extraterritorialidad en manos del crimen organizado, con ausencia de división de poderes y contrapesos, en la rijosidad permanente y estéril, y la incuria y banalidad como reglas habituales de comportamiento, no se puede esperar otra cosa que un desastre mayor de permanecer en sus puestos Javier Corral, María Eugenia Campos y Armando Cabada, tres políticos llamados fracaso. 

Chihuahua está bajó fuego y Corral se empeña en mantener en sus cargos a César Augusto Peniche y a Óscar Aparicio. La Guardia Nacional no ha sido otra cosa que un disfraz de las fuerzas armadas y la desolación y la muerte se viven en todo el territorio. 

El gobierno de Corral está en el absoluto descrédito. Ni en el PAN lo quieren. Viven al día alentando proyectos de poder y continuidad personales, y en las calles de Juárez, Chihuahua, Cuauhtémoc y vastas zonas serranas dominan el terror y los balazos. 

Esto no puede continuar, los ciudadanos deben exigir un cambio y significa, de inicio, que rueden las cabezas de estos tres personajes que tanto daño le han hecho al estado. 

Por la vía de la movilización, la exigencia de la desaparición de poderes en el estado y otras formas de lucha, se debe dar el paso definitivo e instaurar un gobierno de emergencia que se ponga a trabajar por Chihuahua. Quienes están al frente ni pudieron, ni quisieron. 

¡Que se vayan!