Amín Anchondo Álvarez ingresó de lleno, ayer, a la política del bla, bla, bla. El señor es síndico del municipio de Chihuahua pero se dedica a organizar eventos que nada tienen que ver con su función pública. Es de esos acontecimientos que mucho le gustan a Javier Corral porque le dan en su pata de palo, o mejor dicho, boca de palo, para decir discursos, hablar de todo y concretar nada. 

Amín, en lugar de dedicarse a las tareas por las que le pagan, organizó un festival denominado “Reivindicando lo público desde lo local”, es decir, “defendiendo” aquí lo que quiere en otra parte en cuanto a proyectos de poder personales. 

Se trata de un evento con conferencias, conversatorios, asistencia de intelectuales a los que no despreciamos de ninguna manera, pero que contrastan con la obligación que tendría Amín Anchondo de dar su opinión sobre el negocio del alumbrado público que se quiere consumar, patrocinando al plebiscito mismo fuera de toda normatividad, porque no es a las finanzas públicas a las que toca pagar los costos de la consulta. 

Todo sea por hablar, hablar y hablar, promoverse para futuros cargos públicos. Y es que el chico es uno de los escogidos, algo así como un “niño de Brasil”, para futuros encargos electorales. La sociedad está harta de estos dispendios, si quieren que haya foros, páneles de opinión, ya es tiempo de que se den cuenta de que para eso están las universidades. Hay una duplicidad de costos que debieran llamar la atención de Amín, el síndico, pero como él es el actor patrocinado, pues hasta quiere dictar cátedra desde lo local, como si hubiese mucho qué presumir.