El exvocero de Patricio Martínez, convertido actualmente en regidor por el PRI en el ayuntamiento de Chihuahua, Antonio García, se quedó corto al proponer en Cabildo un nuevo panteón municipal.

Dice que la administración actual debe construir un cementerio al norte de la ciudad para que, ciertamente, las personas de escasos recursos puedan sepultar dignamente a sus difuntos en aquel sector de la ciudad. 

Esta recomendación debería aplicársela a sí mismo, porque lo que no ha considerado el regidor es proponer un buen camposanto para sepultar definitivamente al PRI, porque es un muerto que ya lleva mucho tiempo paseándosele y el formol no aguanta para tanto. 

Antonio García, así como uno que otro priísta, se resiste a admitir que ese partido ya feneció; hace lo contrario de lo que otros militantes que arrugan la nariz porque ese cadáver ya ha esparcido su hedor a lo largo y ancho del país. Es, como dirían los más jóvenes de hoy, un zombie.

Acaso por esa razón aquellos lo han abandonado en busca de nuevos derroteros, antes que esperar a que terminen por devorar lo poco que queda del PRI los gusanos que quedaron.