Ha trascendido que con apoyo en la nefasta clase política chihuahuense se transmita una reforma electoral para aplicarse en 2021, justo cuando termine este quinquenio perdido y se elijan gobernador, diputados, ayuntamientos y sindicaturas.

La oportunidad para esta clase de políticos es excelente: la sociedad, de por sí invertebrada, está aislada y no tiene, de ninguna manera, como prioridad en este momento discutir esa agenda, que se cocina a placer de una partidocracia que coaguló la transición democrática.

Ahora pueden hacer prácticamente lo que les venga en gana, tanto el PRI como el PAN, Corral y los partidos que fácilmente se venden y hasta la fracción adocenada de los morenistas que comanda –es mucha palabra– Miguel Colunga.

Pero quizá el reto mayor será regresar a barrer lo que se haga en contra de Chihuahua. Se dice que ya nada se ve igual. Cuando menos que para esto así sea.