En tiempos de crisis cualquier charlatán o charlatana corre con fortuna. Recién estuvo acá la “doctora” Chinda Brandolino, argentina de origen y vocera del consorcio que lucra con el tema de la interrupción legal del embarazo, que ocupa mundialmente y de manera seria, a no pocos hombres y mujeres que trabajan en la esfera pública en temas de población, salud y lo que le es conexo.

Chinda, como toda charlatana que se precia de serlo, utiliza frases efectistas, más para provocar odio que entendimiento y diálogos humanos. Júzguelo usted por esta frase: “Abortar es descuartizar a un bebé vivo”. Con un poco de sensate,z quién puede creer en estas baratijas si no es una ultraderecha que a falta de programa sustancial se dedican a profesar sus convicciones como si fueran leyes absolutas. 

No deja de llamar la atención que a su arribo a Chihuahua fuera acompañada exclusivamente por varones, de esos que se quieren “cruzar” por la familia, pero que nada hacen sustancialmente por agendas como la pobreza extrema, la miseria y demás. 

Para Chinda, atrás de las propuestas de interrupción legal del embarazo y la perspectiva de género, están las trasnacionales financiadoras de las que supuestamente lucran quienes sostienen visiones diferentes a la suya. Habría que preguntarle a la charlatana cómo llegó hasta acá y quién le sorteó todos sus gastos. 

La Brandolino forma parte de esa internacional de la derecha que quiere venir a hacer su agosto a México. Sus propuestas están hechas de mentira y engaño y precisamente de ello viven un buen número de parásitos que no se les conoce más que su fanatismo, misoginia y adoración por las faldas de los clérigos ultramontanos. Van en retirada, pero no por ello se les debe perder de vista. 

Por lo pronto, le deseamos a Chinda maternidad infinita. Y, además, que Chinda trabaje, pero que a su madre la respete.