Quién sabe en que vaya a parar el culebrón que se trae Carlos Tena con el gobierno del estado, un drama que ha alcanzado una notoriedad que ya lo quisiera Netflix para uno de sus seriales y que envidiaría la mismísima Marga López, precisamente por el rango de “víctima” que el alcalde morenista de Cuauhtémoc se ha encargado de auto infligirse.

En el nuevo capítulo de esta historia, el munícipe ya se asume como “perseguido político” del corralismo, todo porque lo citaron en la Fiscalía de Peniche –y hasta donde se sabe no ha acudido– para que diga todo lo que sabe en torno al crimen de un policía municipal que, según Tena, no fue a manos del crimen organizado, sino de agentes estatales.

Esa parte de la historia ya es muy conocida. Pero como dicen que a la oportunidad la pintan calva, el también empresario del tercer municipio más rico de la entidad ya le vio futuro a una eventual marcha a la capital de la entidad (¿?) para reclamarle a Corral sus presiones políticas. 

El protagonismo exacerbado de Tena lo ha llevado a declarar que la presencia de 150 policías militares en “su” municipio es debido al conflicto que se carga con el panista, que traza jugadas de golf desde el Palacio de Gobierno mientras reclama que no tiene ni para la nómina. Pero frente a la federación, uno y otro quiere hacerse la víctima, esperando la redención del mesías, o tal vez su salomónica decisión.

Como al principio: quién sabe el rumbo que tome este asunto, sobre todo cuando aporta características en donde sus protagonistas son como dos agujas que no se pueden picar. ¿O sí?