Se puede decir que la Ley de Seguridad Interior está varada en la Suprema Corte de Justicia de la Nación debido a la impugnación de que ha sido objeto. Ciertamente habrá que esperar el fallo para no caer ni en conjeturas y mucho menos en especulaciones jurídico-políticas.
Muchas son las aristas que desde la sociedad se le han observado como altamente preocupantes para el futuro y en relación con este, el papel que se le pretendería dar a las fuerzas armadas en tareas que no son constitucionalmente de su competencia, los derechos humanos están en juego y así lo ha observado la mismísima voz de la ONU. Ya veremos.
La coyuntura de pugnacidad y polarización que vive el país reclama que el tema no se pierda de vista, más cuando dichas fuerzas –así se palpa– dejan sentir su malestar político, y ya sabemos lo que eso significa en un país vulnerado como México.
Pienso que la decisión del expresidente Felipe Calderón, referente a sacar de su elemento al ejército para que asumiera el papel de policía, afrenta la propia dignidad castrense y lastima los sentimientos de la sociedad. Los hechos hablan por sí solos y obliga a revisar y modificar dicho comportamiento que no es de su competencia y que se entromete en la vida de la seguridad pública de la nación.