Jaime Ramón Herrera Corral: cínico y canalla
Llevé tres cursos de español en la escuela secundaria de Camargo. A la distancia fueron muy buenas lecciones: aunque antigua, la gramática la veíamos con el rigor de la Real Academia Española, pero también nos paseábamos por pensadores clásicos, vimos literatura e hicimos escala en gigantes de la estatura de Quevedo, Lope de Vega y Cervantes. El maestro nos llegó de Nayarit y se llamó Nephtalí Elías Torres y de él recuerdo una lección de vida: siempre usen las palabras con propiedad, todas pueden ser usadas así, todas de todas, enfatizó en su clase.
Hago este rodeo porque ahora emplearé dos palabras que aparentemente son “fuertes”, cualquier cosa que esto signifique. Son “cínico” y “canalla”. Significan, la primera: persona que actúa con falsedad o desvergüenza descaradas, impúdico y procaz; la segunda: gente baja, ruin, despreciable y de malos procederes. Empleadas con propiedad –como decía mi viejo maestro– ambas describen bien a Jaime Ramón Herrera Corral, el corrupto secretario de Hacienda del tirano César Horacio Duarte Jáquez, hoy prófugo de la justicia.
Mi duda es cuál de ambos términos es el mejor para el caso que me ocupa y debo reconocer que me he decantado por el empleo indistinto, pues corría de uno al otro y las cualidades del sujeto (gramatical) al que las atribuyo las reúne con creces.
De entrada, por sus servicios lacayunos a un tirano, para seguir con su corrupción política que está sobradamente acreditada, aunque la voz de la justicia no se haya pronunciado porque vivimos en un régimen de corrupción e impunidad, afortunadamente en proceso de extinción.
En segundo lugar porque, bien miradas las cosas, es un traidor que para salvar su pellejo se convirtió en confidente del gobierno actual y gozar así de libertad para moverse como Pedro en su casa. Él se escuda en el artículo 256 del Código Nacional de Procedimientos Penales para gozar de los beneficios de un criterio de oportunidad, que Chihuahua exige se le dé publicidad, sobre todo para que sepamos si una vez que reconoció sus delitos, reparó el daño a la hacienda chihuahuense, garantizándolo a la vez, cosa que seguramente no ha hecho y, como cínico y canalla, ha contribuido a que estén presos sus amigos, dependientes jerarquícos y compañeros a cambio de sus delaciones al gobierno corralista. Se deben publicar esos convenios que contienen la aplicación de los criterios de oportunidad, que yo bautizo como criterios de la impunidad.
Pero también, con los atributos que les señalo para no repetirlos y se vaya a pensar que le profeso algún odio, Herrera compareció ante el Juez Primero de Distrito en el amparo que promuevo contra el carpetazo (expediente 529/2018) para que se le reconozca la calidad procesal de tercero interesado. En esto sigue la escuela y los pasos de su amigo César Duarte, que hizo lo propio. En otras palabras, quiere saber, desde adentro, cómo le seguimos las causas desde la trinchera ciudadana, pero ocultando su verdadera historia, bajuna y cobarde.
No tiene derecho a que se le reconozca tal calidad y lo sabe él y también sus abogados caros. Pero es cosa que tendrá que decidir el juez y respetaremos la decisión si ajusta a derecho; cuando no sea así, emplearemos los recursos que tengamos a la mano. Recordemos que la lucha de Unión Ciudadana es una apuesta por el derecho y un reto para que funcionen las instituciones.
Pero a diferencia de sus deleznables procedimientos –se quiere asomar a lo nuestro ocultando lo propio–, nosotros litigamos de cara a la sociedad, no delatamos a nadie, con dignidad realizamos nuestra vida pública, sin miedo y con sinceridad y honradez, precisamente los antónimos de las palabras “cínico” y “canalla”, que tan bien le embonan al que se asoma a la ventana por nuestro juicio, ocultándole a Chihuahua una historia que lo condena y que si aún goza de libertad de movimiento es porque el actual gobierno del estado se lo concede. Y eso le duele a la sociedad. A mí también.
He recibido no pocas llamadas de la región de Delicias y Meoqui recomendando que se le aplique a Jaime Herrera la pena de mutilación que propuso el fantoche presidencial conocido como “El Bronco”. No comparto tal criterio. Estimo mucho la Ilustración, que nos trajo la obra de Beccaria al mundo moderno y al derecho penal, herencia que hoy figura en nuestra Constitución con la veda de esa pena mutilante.
Soy de los que me conformo (“iluso”, me dicen) con verlo sentado algún día, entiendo cercano, en el banquillo de los acusados, respondiendo por sus crímenes contra Chihuahua. Lo veremos y con eso me basta.
Colofón: cínico y canalla son buenos adjetivos para el sujeto (gramatical) Herrera Corral.
Gracias, don Nephtalí.