Columna

La voracidad de las cúpulas partidarias

Hemos sido testigos de cómo las camarillas que dominan los partidos políticos se apoderan de las posiciones privilegiadas para continuar en el poder, las relaciones en los negocios de Estado y en el manejo de los grandes recursos financieros y presupuestales.

Ahí podemos ubicar –son sólo ejemplos escogidos al azar– a figuras como Miguel Ángel Mancera, el jefe de gobierno de la Ciudad de México, que juró y perjuró que no abandonaría su cargo luego de su fracaso por la Presidencia; o a Dante Delgado, el dueño de Movimiento Ciudadano, que descree tanto de su candidato Anaya que ya amarró un lugar senatorial; o en la esfera local, figuras menores de la política como Omar Bazán y Fernando Álvarez, que se posicionaron en los primeros lugares de las listas pluris. O sea, carreteras pavimentadas al puesto de elección; no digo popular porque esa nota esta ausente.

Gustavo Madero, si bien va por tierra, mínimo pretende entrar de caballito, como se dice en el béisbol. Está seguro de que, al menos, puede quedar en segundo lugar e irse al sitio de donde nunca ha salido: la política en el centro, ahora con cargo al erario chihuahuense. Pero nada hay escriturado para él, a lo mejor hasta ese segundo puesto estaría en riesgo.

Madero escupió para arriba al anunciar que se impugnará a Mancera, al que se le otorgó el segundo lugar en la lista pluri del PAN. Afirma que no quiere perjudicar a nadie (quitarle la senaduría al Jefe de Gobierno probablemente sea nada comparado con lo que a él le hizo Anaya al defenestrarlo), pero en su marcha de la locura, está tratando disparar un torpedo a la línea de flotación del mazacote, peleándole a un actor importante la posibilidad de tener un escaño senatorial.

Es cierto, aunque ese no es el fondo, que Mancera tiene problemas jurídicos muy serios para respaldar legalmente su pretensión, como ya lo han evidenciado algunos prestigiados periodistas y juristas, porque no puede ser electo en sucesión inmediata al cargo que hoy ostenta.

Estos hechos, simples muestras, nos hablan de una voracidad sin límite por hacerse de cargos, por estar adentro. Si alguien busca altas finalidades e ideales en lo que se hace, anda muy errado.

La que, sin duda, se dará un frentazo con la realidad es Hortensia Aragón Castillo, que buscará la alcaldía de Chihuahua por el PRD. Va sin red a una derrota segura y –¡cómo son las cosas!–, el municipio de Chihuahua lo disputarán dos hembras y un varón que sirvieron a César Duarte bien, aunque no tan bonito para la ciudadanía: la misma Hortensia, Alejandro Domínguez –who is Alex– y la campeona en la tarea: la señorita María Eugenia Campos Galván.