Columna

Chihuahua Saudita

El mismo delirio galáctico. Dejar el aldeanismo envuelto en el aldeanismo mismo. Chihuahua en voz del Ejecutivo estatal es “una gran potencia”, por su sol y su potencial súper abundancia energética. No se necesita ser el legendario Thomas Edward Lawrence para ofrecer convertirnos en Chihuahua Saudita, en la que poco importa el subsuelo nacional y los veneros que heredó el diablo al país, para tornarnos en poseedores de un volumen de energía que nadie ha soñado. No existe la megalomanía sin grandes sueños, como no existen ilusos sin ilusiones. Lo malo del asunto es cuando todo eso se pone al servicio de una búsqueda desesperada de legitimación por el verbo que no se hace carne.

En medio del anuncio por la instalación de una planta vidriera productora de botellas para la cerveza Heineken, tarea que convierte a los gobernantes neoliberales en la oficina de comunicación regional de grandes corporativos, apareció la infaltable Alejandra de la Vega –sosia, está bien escrito ortográficamente, del gobernador actual de Chihuahua– para decir, como en los tiempos duartistas, que empresas chinas están interesadísimas en llegar a la región Chihuahua del país, y cuando se le preguntó por ellas, simple y llanamente contesta que no puede dar información. Ya le podríamos denominar lady opacidad en mérito a que ni el 3 de 3 quiera revelar. Su deseo es que nos convenzamos de que allá en China están los que vendrán a instalarse en estas tierras, como si China fuera un pequeño territorio, con un diminuto negocio y con una población casi parroquial. Allá en China, allá en China… Conjeturo que custodia en la secrecía y el sigilo, la información privilegiada, porque antes que todo están sus negocios. Qué lejos estamos del ideal de Franklin D. Roosevelt, quien pretendió separar los negocios públicos de los privados, fuente de fuentes de toda corrupción posible.

Y en medio de todo eso, me alegra que ya pronto caminaremos por un Chihuahua montados en dromedario y alimentándonos de leche de camella. Bienvenidos a Saudi Chihuahua. Saquen sus turbantes, sus batas y si Allah no dispone otras cosa, sus burkas. Así lo ha dicho el nuevo Mahoma.