No es imposible defenderse de la mentira poílitca, aunque no pocas veces parezca banal hacerlo. El que miente sabe y tiene conciencia de sus falsedades. Eso lo hace diferente al sofista. Contestar al mentiroso puede ser una actividad irrisoria, pero esa es la apariencia y, desde luego, no hay que increpar, insultar o denostar mostrando destreza en el manejo de las únicas armas que él posee.

Que el mentiroso continúe creyendo que nos engañó, más aún que domina. Eso nos ha de mantener sin cuidado. Afirmo que es pírrico el placer del que miente; en su enajenación ya no admite el desengaño, que es el más severo castigo que el mendaz se autoimpone. El cinismo es su posible bálsamo. Que se harte en sus mentiras, si así lo desea. No olvidemos que son personas que se permiten majaderías y además son díscolos en grado extremo. Garrulos, dirían otros.

Hablo del proverbial ejemplo de Luis Villegas Montes (LVM) que de un tiempo a esta fecha me ha convertido en el blanco predilecto de sus mentiras, y conmigo otros que han optado por el silencio. Lo mismo me difama que me calumnia; sabe que esas conductas ya no son delitos y quizá ignora que es así por una iniciativa que promoví en el Congreso hace ya varios años. Él porfía en sus empeños, se regodea en su contumacia de falsario. Para LVM estoy senil; miento de mala fe o por ignorancia; actúo con doblez en política; mis actividades en Unión Ciudadana (UC) son “mamonas”; afirma que hice de UC un mito, fraude, farsa para engañar bobos. También afirma que UC es una entelequia que “no toca ni un pito» en la política de lo últimos tiempos chihuahuenses, en sus palabras: «uno de los fraudes más escandalosos de la historia”. Además acusa un supuesto juego de Tantos (tontos) que reduce a los ciudadanos de la Unión en “inservibles, inútiles y superfluos”, endilgando la versión de recibir beneficios bajo la idea de “tanto por tan poco”. Para rematar, en Unión Ciudadana, y yo en lo particular, somos portadores de la perversidad, la falsedad, la estupidez misteriosa, locos que solo tenemos eco entre crédulos y estúpidos.

¿Qué significa esto? Llevar a las letras, en periódicos venales, la materia esencial del tomasanegrismo en voz de un magistrado que no se ha dado cuenta donde está y para qué le pagan. Es más congruente la porrista de César Duarte que nos lanzó a la cara, para cegarnos, salsa Valentina. Nunca los detractores de Unión Ciudadana tuvieron argumento válido en nuestra contra y sólo contaron con la fuerza que una revuelta ciudadana les quitó de sus manos.

La mendacidad de LVM se desentiende de que los funcionarios públicos tienen una responsabilidad especial respecto de los ciudadanos y que, además, goza o disfruta de privilegios considerables. Es difícil que esto lo entienda un intrigante y un canalla. Lo delicado del tema es que el detractor es un magistrado del Tribunal Superior de Justicia, y aquí una digresión: personalmente prefiero que se exprese a que se calle, así nos damos cuenta todos de que algo le duele y que al parecer busca la cura en un abuso de la libertad de expresión. Adelante y que cada quien decida lo que quiera.

No obstante, el escudarse en una magistratura no lo excluye, ni salva, de ser un mentiroso en toda la extensión de la palabra. Se le ve muy mal el traje de discriminador y soez por el cargo que ocupa. En lo más mínimo puede inspirar confianza entre los justiciables que tocan a su puerta mediante recursos de ley para que se haga justicia.

Interrogantes a LVM hay muchas. Cómo podía ver con buenos ojos la lucha de UC y las actividades que dentro de ella me atañen, si durante esos años se dedicó, con la cúpula panista local, a buscar una magistratura en las covachas del duartismo, sin tener el mérito por carecer de carrera judicial y, a mi juicio, ni las cualidades que debe tener un juzgador, como lo demuestra su talante por el poco respeto que tiene por las personas a las que insulta, difama, calumnia y discrimina. ¿Habra leído el articulo primero de la Constitución General de la República?

Que nadie se llame a engaño: LVM formó parte de un tinglado para dar artero golpe al Poder Judicial del Estado, golpe del que aún no se recupera por los empeños destructores que capitaneó Gabriel Sepúlveda, el agente de César Duarte en todo este atraco. El exgobernador pretendía generarse un traje a la medida para la posterior impunidad y nada mejor que los villegasmontes. Lo dije y lo reiteré públicamente muchas veces, y lo denunció con singular vigor y carácter Francisco Barrio Terrazas a la hora de la fundación de UC el 28 de Noviembre de 2014. Nunca olvidaré que luego de las palabras del exgobernador panista se levantó de su sitio en el auditorio Maria Eugenia Campos Galván para abandonarlo.

Por boca de LVM habla el interés, el sueldo que recibe y la aspiración a una jubilación a la que aspira y que encuentra cimiento en la traición en la que participó al lado de Mario Vázquez, Maria Eugenia Campos Galván y César Jáuregi Moreno, el refugio panista del duartismo, según palabras de Javier Corral Jurado. Ese es el fondo de este tema.

Con esos personajes de su partido, LVM hizo escuela y ahora descarga sus miserias denostando a los que continuamos esforzados por corregir el rumbo de Chihuahua, no sin errores por cierto, porque no tenemos la verdad agarrada en un puño, como se retrata a sí mismo el mendaz magistrado. Los que estamos en este bando somos pocos, pero somos y estamos fuera del presupuesto que a este personaje le sirve para, con una migaja de poder, apoyar sus denuestos y canalladas que éticamente debiera retirar de su conducta que lo muestran como un adefesio en la magistratura.

La historia de LVM es sólo un grano de arena, ejemplar, del arte de medrar, que se adopta bajo conductas y actitudes en la que están presentes la estrechez de miras, la intriga, el prejuicio, la hipocresía, que combinados hoy hacen la fórmula para sahumar con incienso el sarcófago del duartismo. Hay dos, tres o más palabras que pueden sintetizar lo que afirmo: homúnculo y trepador. Empleómano, diría el liberal Mora.

No tememos a la mentira, lo mejor es apoyarse en un trío de verdades a mi ver inconmovibles en este caso: LVM es una deshonra para toda justicia posible; vive en un mundo raro y su gran mentira es ocupar un cargo para proteger a un tirano defenestrado. Esa es su faena. Ya sólo falta que sin haber hecho nada significativo hasta ahora, nos venga con el cuento de que está extenuado; y en todo esto no hay que olvidar –así es la vida– que no hay borrachito que no sea humilde cuando le llega la cruda.

Para mis amigos y compañeros en UC tengo un mensaje: no se preocupen por mí, por estas cosas; comprendo su malestar y aprecio su solidaridad. Hay huracanes que pueden derribar robles, pero a los juncos sólo los mece, frase alfonsina que tomo en préstamo.