No hay duda de que el duartismo no termina de irse. No sólo un sector del priísmo lo quiere mantener vigente, aunque sea inútil, sino también cierto panismo incrustado en la administración conservadora de María Eugenia Campos, lo cual lo mantiene, de algún modo, activo. La principal duartista del PAN ha caído en los mismos delirios que su político inspiracional: consagrar una oficina gubernamental en clara violación al Estado laico. (Ver video más abajo).

Por lo visto, no hay poder constitucional que los pare. El “electoralismo” en que se imbuido la Maru, con obvias referencias hacia su reelección en 2018, la han hecho derrapar una y otra vez; pero violar francamente las leyes que juró guardar y hacer guardar ameritan la atención del Cabildo, por lo menos.

 

 

Esta vez, para no variar, fue el arzobispo de Chihuahua, Constancio Miranda Weckmann, el que encabezó la ceremonia católica, con rezo y corte de listón –azul, por supuesto–, para inaugurar las puertas de la Dirección de Desarrollo Humano y Educación, ubicada en Libertad 1012, en pleno centro de la ciudad. Según las crónica del evento, ocurrido hace unos días, Campos y el titular de esa dependencia, Marco Bonilla Mendoza, condujeron a Weckmann por un recorrido en las instalaciones que “bendijo el clérigo en cada uno de sus espacios”.

El discurso de Maru, aunque prescindible por chabacano (“…lo importante no es el espacio físico, es el espacio que tenemos en el corazón para seguir ayudando”) no es lo rescatable de esta nueva afrenta contra el Estado laico. Si el hoy fugitivo César Duarte hizo lo propio hace cuatro años, con todo y el colaboracionista Weckmann, Maru, la admiradora no tan secreta del exgobernador, repite la dosis, con todo y Weckmann al lado, como una afrenta más contra las legalidad que tanto se ufanan en promover.

En realidad, la intención es más burda: poner sus esperanzas en el 2018.