La vida política del país sufrió una derrota ayer con el triunfo en el Senado de la Ley Federal de las Entidades Paraestatales, conocida como “Ley Taibo”. Digo que fue una derrota para las y los mexicanos porque se impuso el mayoriteo que otrora era una aberración para quienes hoy ostentan desde muy diversas posiciones el poder público, y un triunfo pírrico para quien ha prometido, desde hace años, no fallarle a la gente, una frase de suyo gelatinosa en boca de un todavía más gelatinoso orador como Andrés Manuel López Obrador.
El hecho es concreto: se aprobó una ley ciertamente a la medida de un escritor de altura, nadie lo duda, pero que se dejó consentir por un acto de verdadera calamidad para la democracia en general. Ese es el punto. Aparte del efecto que tendrá el mayoriteo morenista, la discusión en el Senado se tornó en duelo de albures y un ensayo para lo que vendrá enseguida en temas trascendentales para el país.
De por sí es innecesario que la hoy senadora panista Xóchitl Galvez se exprese en cada oportunidad con albures para sentirse pueblo, lo cual le recordaron hasta con audiograbaciones en la Cámara alta, no es menos penosa la defensa que su similar Félix Salgado Macedonio hizo de Paco Ignacio Taibo II al referir, muy a la López Portillo, que “todos somos léperos”. Todavía más perturbadora fue su disquisición filosófica al preguntar desde la tribuna a todos sus colegas “¿qué significa doblada?”, en clara referencia a la justificación del afamado escritor el día que se ufanó sexualmente de ser el próximo director del Fondo de Cultura Económica.
Los saldos que deja una decisión de esta naturaleza no son un buen referente para el cambio prometido. De eso es de lo que está harto el país.
En realidad, con la aprobación de la mencionada ley repetimos el pasado, no hay nada nuevo, acaso una apertura cuyas bondades se enturbiaron con la imposición de Taibo II: ese mayoriteo morenista del Senado se impuso como antes lo hicieran el PRI y el PAN y nos obligó a repasar el “todos somos léperos” (o corruptos, como dijera JoLoPo). Y Taibo II ya tiene su nuevo cargo, haiga sido como haiga sido.
Todo se transforma con idéntica envoltura.