El cacique Duarte, en su afán de lograr el aplauso fácil, no se detiene ante nada. Ayer, so pretexto de la inauguración de cursos (hace un mes iniciaron) en la Universidad Autónoma de Chihuahua, ordenó la suspensión de clases para realizar lo que antaño se llamó “un acto de masas”, con él al centro. Es obvio que el rector, Enrique Seáñez Sáenz se puso de tapete, como obvia también lo es la presencia de Javier Garfio. Miles y miles de horas clase se han perdido, quizá la idea es que le agradezcan un día extra de asueto. No le fue bien porque hubo la inconformidad que se concreta en rechiflas y burlas, que ocasionaron que Duarte tuviera que retirarse cuando la banda de guerra y las porristas se empeñaban en agradarle. Duarte fue el orador central, y refrendó que es un orgullo apostarle a la educación, por más que en Medicina, por ejemplo, estén en el semestre selectivo mil hombres y mujeres que serán tamizados para reducirse a 250, amén de que a los mil les hacen sentir que ellos no son alumnos de la facultad respectiva.

Al inicio de esta movilización en la que medió el acarreo, vimos a alumnos concentrados desde las 7 de la mañana, puertas de la universidad destinadas exclusivamente para la “gente del gobernador”, y el discurso oficial se pronunció prácticamente tres horas y media después, ante una paciencia impuesta por no pocos funcionarios de la universidad que previamente habían repartido camisetas –sin importar la talla de quienes las iban a portar– en la que se lee muy claramente “Since 1954”, en franco desprecio a quienes un día crearon, en castellano, la universidad. Algunos alumnos nos han comentado que sentían verdadera vergüenza ajena cuando funcionarios y maestros de la UACH, distribuidos tácticamente en el auditorio Manuel Bernardo Aguirre, les indicaban que tenían que aplaudir y ovacionar a Duarte y que al momento de que él pronunciara la palabra “orgullo”, todos y todas en masa se pondrían la camiseta “Since 1954”, lo que no sucedió sino en mínima parte ante la mirada escrutadora de los profesores que estimularon la asistencia al evento y el entusiasmo que se pudiera mostrar con el regalo de algunas décimas en la calificación escolar.

No se puede menos que acusar a estos actos de entreguismo, abyección e impudicia. Tres palabras que poco tienen que ver con un buen espíritu universitario, abierto al futuro.

Testigos presenciales dan cuenta de que, al menos en esta ocasión, Enrique Seáñez Sáenz no derramó sus lágrimas. Algo es algo.

 

¿De quién es la bandera y sus colores?

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Un diario de cuyo nombre no quiero acordarme, resultó más que poquitero; cuentachiles, dirían otros. Resulta que el Movimiento Lésbico-Gay, Bisexual, Transgénero, Trasvesti, Transexual e Intersexual (LGBTTTI) y la Red de Equidad y Diversidad Chihuahuense, en un evento en el edifico legislativo fijaron un banderín en la mesa principal, a cuyo centro apareció el escudo nacional. ¡Qué transgresión!, ¡han violado el escudo y la bandera nacionales! ¡Carajo!, que no se habrán dado cuenta que desde 1929 el PRI se apropió de los colores de la bandera para ponerlos en su logotipo, con todo lo miserable y escandaloso que esto resulta para la manipulación electoral. En otras palabras: cuentachiles.

 

Entre resoplidos y burlas, navega Camargo

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En la ciudad de Camargo, el Congreso del Estado, el cacique mayor, y desde luego su edecán Miguel Salcido Romero, fueron a escenificar lo que la prensa cataloga como un show o ridículo. En sí, el resoplido de una trompeta y el circo que se brindó a la perla del Conchos es nada para el común de los ciudadanos; pero al ser mi terruño, y así lo protesto, me han causado un daño irreparable.