Serrano asume candidatura violando autonomía universitaria
En un acto tradicional y esencialmente de compulsión, el PRI realizó la toma de protesta de Enrique Serrano como candidato a la gubernatura del estado. Está fuera de toda duda que se trata de un acto de campaña formal, anticipado dicen los que se apegan a la hiperlegislación electoral. Vino al evento como figura de alto nivel Manlio Fabio Beltrones, motivo por el cual prácticamente el polígono que forman las calles Tecnológico, Pascual Orozco, Universidad y División del Norte (la Ciudad Deportiva y el viejo Campus de la UACH de la ciudad de Chihuahua) se convirtió en un sector de alta seguridad, protegido por cuerpos policiacos y militares de todo tipo. Una especie de miniestado de sitio, ya que ningún particular, mientras estuvo el evento, tuvo ni libertad de tránsito ni tranquilidad para moverse libremente donde habitualmente se realizan actividades de esparcimiento y deporte. El sitio fue de ellos, como en los viejos tiempos que no se han ido. Se advierte que PRI y gobierno son una y la misma cosa a la hora de realizar los procesos electorales, sin llegar a los extremos del totalitarismo, pero con gran parecido.
El evento en sí no tiene mucho comentario: se vio a un Enrique Serrano todavía con movimientos de robot, con su cara dura, acartonado; pero eso es lo de menos, ya sabemos que eso se puede corregir con grasas y lubricantes, cirugías y plásticos. Lo evidente es que trató, tímidamente, de desmarcarse, así fuera escenográficamente, de su tutor y casi propietario César Duarte. Pero sinceramente quién puede creerle. ¿Habrá gente con dos dedos de frente que pueda pensar en que va a venir a corregir el desbarajuste duartista? Más allá de mi oposición al viejo partido y su gente, no lo creo. Serrano es la reencarnación, retoño, o como usted quiera llamarlo, del duartismo que quiere convertirse en una especie de maximato en Chihuahua. Él, Duarte, quiere seguir mandando y mangoneando, como lo ha hecho hasta ahora, con la imposición de candidatos y en particular ese continuismo es de comentarse por lo que se refiere a la Universidad Autónoma de Chihuahua.
La UACH prestó o simuló rentar el auditorio “Manuel Bernardo Aguirre” para la realización del evento, pisoteando los rescoldos que quedan de autonomía universitaria. Cuando el PRI se apodera de la universidad, despliega su sentido patrimonialista de las instituciones; creen que les pertenece, que son de su propiedad. Pero aquí sí no hay de otra: si los universitarios (alumnos y académicos) no hacen nada, quiere decir que se merecen eso y más. Y aquí es a donde pasamos a lo más grave: el duartismo se empeña, a todo lo que da, por dejar en la Rectoría a Mario Trevizo Salazar, pensando que lo convertirá en garante de la continuidad que se le oferta a Chihuahua con el caradura Serrano.
Víctor Anchondo: de patricista a lopezobradorista a serranista, más lo que se acumule
Aunque los muertos no reviven, la reaparición de Víctor Emilio Anchondo Paredes brindando apoyo a la campaña de Enrique Serrano, es una muestra más de que la traición va implícita en el PRI. Anchondo Paredes tiene su historia, que por ahora no queremos recapitular, pero hay una que se debe tener en cuenta: cuando se fue de candidato senatorial a apoyar a Andrés Manuel López Obrador en la campaña presidencial de 2006, el puro, impoluto, providencial tabasqueño, en algo que parece ser ya su línea, se plegó a un político priísta y patricista exhibiendo que el PRD de aquel entonces, dirigido por Leonel Cota Montaño, le era abyectamente fiel, como le gustan a AMLO. Y entonces paseó por Chihuahua del brazo de Andrés Manuel. Pasadas las elecciones a las que Anchondo Paredes no aportó votos, simple y llanamente al día siguiente se reintegró para continuar haciendo negocios en su Notaría, y al parecer ni siquiera chachalaqueó un despido. Ahora aparece como lo que ha sido siempre: priísta de hueso colorado, y además de los peores: los que sirven a una tiranía. Bien han dicho algunos, cito libremente: tonto el que perdona a los traidores, para los que la vieja conseja siciliana dice que no de haber piedad, salvo en el PRI.