Columna

María Eugenia Campos: machismo en boca de mujer

María Eugenia Campos, ya licencia en mano para saltar a otro puesto, cuestionó a su contraparte, Lucía Chavira, aduciendo que la competencia no será con ella sino con Marco Quezada, a saber esposo de la precandidata del PRI. Se trata de un argumento nulo, aparte de detestable y, sobre todo, carente de solidaridad de género. Detestable porque parte del supuesto de que la señora Chavira prácticamente no es nada y su consorte todo. Es un argumento de contenido patriarcal y machista en boca de una mujer formada en una acendrada visión patriarcal de la sociedad que se cifra en decir: vales porque tienes un esposo poderoso.

Todo mundo en la comunidad sabe de mi desafecto por el PRI, con el candidato o candidata que lo abandere, pero eso no es óbice para detectar este tipo de argumentos que no alientan a una vida democrática en la que a la mujer se le reconozca su peso específico y su muy ganado derecho a la igualdad de oportunidades. Incluso en circunstancias como la presente, los electores informados, más si son democráticos y de izquierda, tienden a tratar de detectar los matices, y en el caso que me ocupa, María Eugenia Campos Galván está bien ubicada en el pensamiento ultraconservador a la plena vigencia de los derechos humanos en materia de interrupción legal del embarazo y matrimonio igualitario, a las que se pueden añadir los temas de la eutanasia, la legalización de ciertas drogas, educación laica, entre otros rubros, programa con el que tiene mayor comprensión y compromiso la aspirante del PRI y que ojalá la haga pública para evitar hipocresías y actitudes dobles.

Todos sabemos que en una sociedad machista, patriarcal como en la que vivimos, ninguna mujer se puede acercar a cargos de liderazgo significativos sin que le cuelguen sambenitos que, en última instancia, lo que buscan es arrinconar a la mujer en las tres “k” a que se referían los alemanes de fines del siglo XIX: niños, cocina e iglesia, que en la lengua germana se escriben con una “k” como quedó dicho (Kinder, Küche, Kircher). Pero que no brinquen de ahí. Por eso, resulta detestable que Campos Galván no vea a Lucía Chavira –la invisibiliza– y se afane en decir que la competencia la tendrá con el esposo de ésta.

Pero no extraña esta actitud en una mujer que se ha afanado a lo largo de los últimos dos años y medio en adosarle a su cargo de diputada, que recién deja, una búsqueda desenfrenada del poder municipal. Tiene derecho pleno a hacerlo, pero veamos lo que se hace cuando el poder ciega, y dentro de ello está colgarse medallas que poco tienen que ver con el real desempeño legislativo, como esa canción que repite incesantemente y que se llama Hospital Infantil. Por lo demás, que no haya confusión: con el PRI nada, y estoy por su plena derrota.

Jaime García Chávez: No quiero ser “pluri”

El pasado 3 de marzo de 2016, se me mencionó en la columna GPS de El Diario de Chihuahua la “posibilidad” de hacerme candidato plurinominal por el PRD en el presente proceso electoral. Con ese motivo envié al rotativo la carta que a continuación publico, misma que fue publicada hoy en el medio mencionado. He aquí la carta:

El día de hoy, 3 de marzo de 2016, en la columna GPS se me menciona y se me aprecia con posibilidades de convertirme en candidato “pluri” del PRD al cargo de diputado en el Congreso del estado, con motivo del actual proceso electoral. Deseo formular estas aclaraciones: dirigí y pertenecí a este partido prácticamente desde su fundación, y lo abandoné hace tres años por la corrupción en la que cayó al venderse al actual gobierno del estado, razón de más para que se entienda que las posibilidades que se me otorgan (no sé si sean deseos del redactor) no existen; pero además no ha estado, no está, ni estará, en mis proyectos asumir candidatura alguna en esta etapa. No quiero ser “pluri”. Es una decisión largamente meditada, porque si bien estoy de acuerdo con la representación proporcional para la mejor recuperación del voto en las instituciones, sé de cierto el desprestigio que la vía plurinominal tiene en la sociedad, pues se ha convertido en el andamiaje de la partidocracia para colocar a personas en los congresos y los ayuntamientos que no tienen ni un ápice de representación de la sociedad. El espectáculo actual del PRD chihuahuense es más que elocuente al respecto.

La razón de fondo es que tengo un compromiso con una parte de la ciudadanía chihuahuense de luchar contra la tiranía corrupta que padece Chihuahua, y creo, en consecuencia, que afanarme en labores electorales me restaría tiempo, y por ende esfuerzos, para erogarlos en favor de la lucha de Unión Ciudadana. Siempre he entendido que la política es una actividad para influir en las grandes decisiones públicas, y se goza de mayor autoridad cuando se hace al margen de una posición dentro de los aparatos estatales y con las prerrogativas que traen aparejadas. ¿Qué pasaría con las luchas cívicas si todos corremos a buscar cargos? También hay que ejercer equilibrios y contrapesos desde la sociedad y a este propósito contribuye bastante el desinterés que deviene de no buscar dietas. Así las cosas, actividad política no me falta y en ella estoy.

Finalmente, y como es la segunda ocasión que se alude a mi persona en parecidos términos en este misma columna, pido que no se me señale como pretendiente de un cargo de elección popular. En lo demás, si quieren cargar las tintas, qué bueno.