Señor Sergio Belmonte:
Esta es una carta, no un artículo. Quizás fui el único que reparó ante su nombramiento como director de Comunicación Social de César Duarte, y lo hice en el estilo y tono que merece un funcionario de un cacicazgo corrupto y corruptor, caracterizado por el abuso del poder que prácticamente lo hermana con la delincuencia ( http://jaimegarciachavez.mx/?p=4100 ). Me apoyé en información de cuando menos tres medios que han dado noticia de diversos momentos de su trayectoria, incluida su cuenta de Facebook que nos informa escuetamente de su grado académico, que no pasa de la preparatoria, y de su apodo, El Pato, y nada más. Es obvio que caractericé las causas por las que usted arriba al cargo y que muchos medios no explican por la imbricación del puesto con lo que hay de periodismo en Chihuahua.
Entiendo que realicé mi trabajo de la manera crítica que acostumbro y sé de cierto que en un país como el nuestro irrita el trato que le di, pero no se merece otro. En este marco, le acuso recibo de que en su respuesta está implícita la discriminación, la intimidación y una amenaza, como las muchas que he recibido a lo largo de los último años, con la característica de que ahora es, en el contexto, un funcionario público el que sale a la tribuna a autodefenderse, porque no hay nadie que se apiade de su trayectoria y quiera correr el riesgo de realizar la apología de su persona. ¿No se ha dado cuenta que hay una gran resistencia a su llegada al cargo, a pesar del silencio que guardan los toros del jaral que a usted le tocará lidiar a la hora del naufragio duartista? ¿No estuvo suficientemente claro el empleo del refrán? Lamento sus carencias.
Pasaré por alto su pobre redacción, aun cuando presuma de su “capacitación continua” y “manejo de modernas técnicas de expresión”. A la luz precisamente de sus nexos con la corrupción, dudo mucho que a usted siempre le haya gustado del periodismo su nobleza, no sólo porque su actitud no demuestra voluntad alguna de debatir ideas, sino porque su respuesta, que nunca busqué, me la dirige –no podía ser de otra manera– en “primera persona”, inicialmente a través de La Opción, un escaparate tan vulgar como cómplice del duartismo, al que se sumaron otros.
Usted, en realidad, ha sido un mercenario del periodismo. Si fuera un creyente de la profesión no aceptaría el cargo que ahora le ofrece un gobernador al que, en lugar de exhibirlo en toda la dimensión corrupta que lo envuelve, como periodista que se siente, prefiere ser parte de esa degeneración política que tiene postrado al estado de Chihuahua en una de sus etapas más deplorables de las que se tenga memoria. Lo real es que usted no trabaja en ningún medio desde hace décadas. Hacer periodismo es algo diferente a formar parte de la censura a la que usted se dedica, y por eso ha logrado el más alto sitial a que se puede aspirar en el estado de Chihuahua: la dirección que ahora detenta. Sé que las verdades que le he dicho han engendrado y parido la virulencia con la que responde. Como el (mal) burócrata que es, o peor aún, como administrador del chayote duartista en favor de Enrique Serrano, está claro que se dedicará a manipular a los medios a base de millones de pesos, como los que su jefe inmediato se ha empeñado en dispendiar a lo largo del sexenio, donde tan sólo en el 2012 se repartieron 554 millones a la prensa, según un informe dado a conocer en 2013 por Fundar y Article 19.
Si le parece tedioso ocuparse de mi persona, que no de los señalamientos que en efecto en tono de burla le hago en la columna que a diario escribo, no veo las razones para dirigirme tan extensa misiva (usted le llama artículo a eso, dejando en libertad a los medios que le pongan la cabeza que mejor les place, lo que un periodista jamás permite). Como funcionario que es, y especialmente del área de Comunicación Social de la tiranía duartista, no creo que sea difícil para el público adivinar el origen de sus invectivas. Esto, precisamente, revela el pelaje de su subordinación y el falso compromiso de su nuevo encargo, contradictorio si asumiera de verdad uno u otro rol.
Insisto, advierto el inequívoco tono de amenaza de su texto y le acuso recibo. El resto de su escrito, lo sabe bien, es paja.
Para los casos de histerismo crónico, señor Belmonte, algunos médicos suelen recomendar pasiflorina, en dosis precisas y controladas.
Atentamente, Jaime García Chávez.
Imposturas de José Luis Barraza
¿Cuándo José Luis Barraza ha sido amordazado? En realidad, examinando su vida pública, podríamos decir que nunca, lo que hace inexplicable que publique espectaculares amordazado. Pero a las antipolíticas de imagen eso le conviene para el engaño y la doblez en el lenguaje.
En esa misma línea está su declaración de que “no es ni amigo ni enemigo de César Duarte”, lo que es simplemente esquivar el hablar de una dolorosa realidad que es la corrupción política. Más bien le vendría decir lo que Marcial, el gran epigramista latino, escribió: “Ni contigo, ni sin ti”. O sea, que José Luis Barraza sólo está a medias tintas.