Por las noticias que salen de palacio, César Duarte no asistirá a la entrega de su informe de gobierno en el Congreso. Su asistencia al poliforum –acto ni formal ni constitucional– también fue cancelado o pospuesto, y el tiempo dirá si es una cosa u otra. Mario Trevizo, secretario general de Gobierno, asumirá el papel de correveydile. Resulta, hasta donde sabemos, que igualmente el Congreso del Estado se paralizará (para continuar en esa condición por cinco años) y no habrá los consabidos posicionamientos, que por cierto nadie toma en serio. Todo esto nos permite observar que con estas ceremonias o sin ellas todo sigue igual, pues realmente ni los informes, ni los posicionamientos, ni las declaraciones son documentos que estén en el interés público, y si me apuran un poco, ni en las llamadas fuerzas vivas. Las lujosas encuadernaciones, a través de las cuales se proporcionan copias de esos documentos, literalmente van a dar al cesto de la basura.

De tal manera que realmente, con motivo de la suspensión o prórroga, no está pasando nada. De acuerdo a las versiones oficialistas, el acontecimiento o fiesta del gobernador es “por motivos de salud personal”. Si fuera por salud pública, valga la expresión, tendríamos que reconocer que estamos en presencia de una enfermedad terminal que no nada más se debiera ver con la cancelación del acto litúrgico, sino con la cancelación misma de la actual administración, que se ha convertido en una calamidad pública de todos muy conocida.

 

Mario Trevizo, al centro, dando a conocer la cancelación.
Mario Trevizo, al centro, dando a conocer la cancelación.

 

Se habla de que una vértebra y su enervación andan mal en el cuerpo del cacique; de manera sincera lo creo. Pero creo más que lo que le faltó a este quinto momento, fueron las cancelaciones de no pocos gobernadores, que decidieron hacerle mueca negativa, pues juntarse con él es lo que se llama recibir besos del Diablo. La Pavlovich beltronista marcó la línea. No está de más, también, tener en cuenta que el evento iba a ser oportunidad para medios independientes de la capital de la república y algunos del extranjero, para cuestionar a César Duarte sobre un importante racimo de conductas que lo mantienen en la postración política y, ducho en la maniobra y la zancadilla, prefirió poner pies en polvorosa, como acostumbraba decir aquel legendario periodista chihuahuense al que se conoció como El Jeringo, aunque él escribía obstinado bajo el seudónimo de T-Pongo.

 

 

Don Jaime sí tiene quien le escriba y además les paga

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Jaime Herrera.

 

Murió el padre de Jaime Herrera Corral, el secretario de Hacienda del cacicazgo. Leyendo la prensa de papel observo un alud de costosas condolencias, la inmensa mayoría netamente utilitarias. La paradoja es que las muchas que signan funcionarios, dependencias, politicastros y demás, podrán ser bien contabilizadas por Herrera Corral. La razón es elemental: a él le tocará firmar los cheques para el pago correspondiente a los periódicos.

 

 

Odontología periodística

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José Luis Jáquez, el autor (izq) al lado de Enrique Seáñez.

 

Un conocido periodista, que día a día hace circular su programa denominado –ignoro el nombre preciso– Palabra impropia o Palabra ajena, publicó un libro, cuyo título tampoco preciso pero conjeturo que es Odontología periodística.