No es leyenda: en 1998, a unos cuantos días de entregar el poder, el alcalde priísta del municipio de Nuevo Casas Grandes, Eduardo Murillo Trevizo, fue arrestado por sus propios policías tras escandalizar dentro y fuera de un discoteque-bar conocido como Los Faroles. Nunca acudió a su último informe. Sus propios vicios y la corrupción habían dejando la estela de una administración gris, una mancha en su currículum personal, una ciudadanía indignada y, pese a todo, un sucesor de su mismo partido.

Eduardo Murillo se fue como llegó. El día de su toma de posesión, minutos antes de dirigirse al podio, el presidente electo salía del bar del hotel en cuyo salón de recepciones se llevó a cabo la ceremonia de transición, de manos de su antecesor panista, y juraba guardar y hacer guardar la Constitución y las leyes que de ella emanen con el tufo unos coñacs. Doce años después, Murillo fue resucitado por el entonces alcalde de Janos, José Mendoza Grado, aquel a quien el Congreso del Estado negó en 2013 la aprobación de la cuenta pública por sospechas de desvío de recursos. Al inicio del duartismo, el expresidente de Nuevo Casas Grandes, contador público egresado de la UACH, fue nombrado por Mendoza Grado como Oficial Mayor. Por escándalos similares a los de 1998, entre ellos liarse a golpes con policías municipales “en estado inconveniente”, los regidores de Janos presionaban para que Murillo Trevizo abandonara su cargo, en tanto Mendoza, su amigo, se empeñaba en sostenerlo.

Como se observa, en el estado de Chihuahua no es la primera vez que un gobernante que ha caído en el descrédito no acude a su propio informe. La vergüenza que debió sentir aquel alcalde neocasagrandense, debe ser muy parecida a la que obligó a César Duarte Jáquez a no presentarse constitucionalmente ayer a rendir su quinto informe ante el Congreso; pero sobre todo, y de acuerdo a los cánones tan cortesanos que ha impuesto la cultura priísta, Duarte debió sentirse más avergonzado ante la negativa de muchos gobernadores, mandatarios y otros políticos de acudir a saludar a su colega en “su día”. La imagen de gobernador banquero y corrupto ha conquistado los espacios de la prensa más importante de circulación nacional. Entre una cosa y otra está la decisión del cacique de dar marcha atrás a la grandilocuente ceremonia pública, al besamanos, al evento que en otras ocasiones ha tenido la espectacular ocurrencia de presentarse con escenario giratorio y una iluminación digna del artista del régimen, Juan Gabriel.

Por lo pronto, con el propósito de contrarrestar con mayor realismo las falacias que afortunadamente ahora nos ahorraremos, excepto si se desean ver los comerciales de un Duarte lastimero diciendo que él descubrió el hilo negro, Unión Ciudadana mostró el pasado sábado en un desayuno informativo el video anti informe que a continuación se reproduce: