Un conjunto muy nutrido de organizaciones, mostrando una sorprendente actitud plural, realizaron el pasado 14 de septiembre un pronunciamiento para exigir “nuevas políticas económicas y sociales” frente a la desigualdad y la pobreza. Destacan como signatarios el Instituto de Estudios para la Transición Democrática, Acción Ciudadana Frente a la Pobreza y Sociedad en Movimiento. De las personalidades, esta columna rescata la firma de Julia Carabias, Rolando Cordera, José Woldenberg, Adolfo Sánchez Rebolledo, Ricardo Becerra, Raúl Trejo Delarbre, Ricardo Raphael y Clara Jusidman, entre otras muchas.
El punto de partida es que los tiempos de México son difíciles, que hay menos recursos para cubrir las necesidades del país y que ha empezado a disminuir el gasto público. De ahí que la coyuntura es oportuna para replantear cómo se generan los ingresos y, sobre todo, cómo se gastan los recursos. México tiene un problema estructural que se concreta en la permanencia de la pobreza y la agudización de la desigualdad. No es el momento de resignarse a fallidas medidas de “austeridad”, de las que por cierto no se corresponden con el dispendio que caracteriza a los gobiernos en sus actos vacíos y protocolarios.
Cuatro ejes soportan el importante pronunciamiento:
1) Eliminar los programas redundantes, los subsidios regresivos y la proliferación de programas sin resultados. Ejemplos: los subsidios agrícolas y ganaderos y la condonación de impuestos a grandes empresas.
2) Reducir los espacios para uso político del gasto público y el gasto oneroso de la administración pública. Ejemplos: El ramo 23, los bonos y pagos extraordinarios a servidores públicos, el seguro médico privado, el financiamiento de campañas y partidos, la propaganda gubernamental y las partidas discrecionales de legisladores.
3) Fortalecer las inversiones sociales de salud y educación y en infraestructura productiva, incluyendo mecanismos efectivos de protección contra la corrupción. Ejemplos: ampliar la cobertura del sistema de protección social en salud para lograr cobertura universal y mejores inversiones en el Sur del país. Es especialmente urgente articular una política de recuperación salarial en el país.
4) Crear los mecanismos de rendición de cuentas y vigilancia ciudadana que permiten un uso eficiente y transparente de los recursos públicos. Ejemplos: un padrón único de beneficiarios como vía obligatoria de acceso a subsidios, conectar la contraloría social con el Sistema Nacional Anticorrupción, transparentar en datos abiertos el ejercicio de los recursos públicos.
Hasta aquí las propuestas, que vienen acompañadas de una convocatoria de diálogo abierto con las organizaciones civiles, a partir de que las instituciones también participen y, desde nuestro punto de vista, ante una negativa de los poderes, emprender esa ruta por cuenta propia entre las fuerzas afines que compartan un diagnóstico sobre la gravedad que afecta al país entero. Sin duda el país requiere hoy muchas propuestas como las que comentamos y saludamos desde esta columna.
El último Grito de Duarte
Hay una vieja divisa que no deja para dónde hacerse: la palabra amonesta y el ejemplo arrastra. Digo esto porque por más que el cacicazgo chihuahuense diga que está haciendo bien las cosas, la realidad indica que esas cosas van mal. Las festividades patrias, de larga data como todos sabemos, se quieren aprovechar y convertirlas en eventos de legitimación al poder. Este 15 de septiembre, a lo largo del día, pudimos constatar que no se dejó a la espontaneidad gritar por la Independencia y por los héroes que la hicieron posible.
El dispositivo montado fue para cuidar a un solo hombre del repudio generalizado, a través del ejército, las policías y las corporaciones priístas. Todo se dispuso para cuidar al hombre que está en el poder; lo demás no importó: abundancia de policías, miembros de las fuerzas armadas, filtros detectores de metales a granel, acordonamiento del centro de la ciudad, vigilancia policiaca montada contra los opositores que con todo derecho pueden asistir a un evento público, y la reiteración de Juan Gabriel como la figura central. Mención especial requiere esto último. Sabe Duarte de lo que le ha costado el famoso divo, pero le da una bofetada a la sociedad chihuahuense su pertinaz actitud de presentarlo como un espectáculo del circo romano. Allá él.
Por lo demás, el sarao palaciego que se celebró en el Palacio de Gobierno, no fue suspendido como lo reclaman las circunstancias, incluida la particular y personalísima del cacique. En esencia, lo que vimos fue: afuera del palacio los acarreados y controlados, que para nada recuerdan el Grito de Dolores; y adentro, una especie de gala virreinal de corte barroco y rastacuero. Así las cosas.