La señora Hortensia Aragón Castillo apareció en entrevista sin firma en El Heraldo de Chihuahua. Bien desplegada, se extiende en varios temas y agrede la inteligencia de quienes han seguido la historia de la decadencia, casi absoluta, del PRD. Dice, sin demostrarlo nunca, que lograron convertirse en un factor real que hizo cambios a la legislación, cuando su obsequiosidad a los proyectos del PRI de Duarte estuvo documentada día a día en la prensa.
Examen aparte requiere cuando habla de la “izquierda testimonial”. En el pasado, esta frase significó el denuedo con el que la izquierda –antes y después de la reforma política de Reyes Heroles– se mostraba para plantearse con principios y en propuestas de cambio real del país, aunque no se contara con una sólida y extensa base social; por ejemplo, Valentín Campa, candidato presidencial comunista, sin registro en 1976. Digamos que fue lo que éticamente se pudo hacer en momentos de adversidad. Pero eso quedó atrás y en algún momento el PRD dejó de ser testimonial por haber logrado contar con un electorado suficiente. Lo testimonial que tenemos ahora ya no se da de afuera de los partidos hacia adentro, sino de la actuación de la que son testigos los ciudadanos de cómo se desempeña esta “izquierda”, y esos testigos ahora lo son de cargo por el entreguismo protagonizado aquí en Chihuahua, precisamente por Hortensia Aragón, protectora, al más puro estilo del petismo de Rubén Aguilar, de sus familiares, amigos y amigas.
Dice estar lista para presentar su licencia e irse a ocupar otro cargo de privilegio, que los ciudadanos no le confirieron de manera directa, sino a través de la vía plurinominal partidocrática, pero que no lo hace porque quiere irse después de resolver y dejar culminados sus asuntos. Esto no se entendería si no fuera porque median las dietas, que todavía no le llegan de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión. La diputada se consagró como adoradora del dinero, y no más. Al más puro estilo priísta también, dice dedicarse a conseguir becas y hasta pavimentación de calles y hasta presume el cosmético desacuerdo con la cuenta pública del gobierno del estado.
Acusa, de paso, a los co-legisladores de dar manotazos en el atril, que su civilizado entreguismo ya no le permite, y con todo cinismo hasta se refiere a “los acuerdos en lo oscurito”, de los cuales su curul es producto. Pero donde no tiene desperdicio de cinismo su entrevista (hasta parece autoentrevista) es cuando “discrepa” del Pacto por México, del cual es cómplice, tratando de presentarse con un purismo que nunca ha sido su característica. Aquí en Chihuahua por Pacto por México se entiende, tratándose del PRD, la venta que Aragón Castillo hizo del partido a César Duarte, hasta el límite de prácticamente extinguirlo. Se tardó algún tiempo, pero lo logró, y ahora quiere criticar a sus cómplices en el PRD de hacer cosas indebidas, cuando ella no ha sabido de otras en su labor denodada de destrucción de una opción de izquierda en Chihuahua y en el país.
No está de más que se tenga en cuenta que en su búsqueda de la coordinación del futuro grupo parlamentario del PRD, está el cabildeo que realiza César Duarte en cercanía de Silvano Aureoles, según lo evidencia una foto muy adecuada al propósito.
Hortensia Aragón se fue, regresó, se volvió a ir, retornó sin gloria y con pena; pero como no hay vergüenza de por medio, qué más da.