Apareció un nuevo centro de educación superior. Se hace llamar “Universidad de Chihuahua, AC”, y se presenta con las debidas autorizaciones educativas del estado de Chihuahua, lo que abre un primer signo de interrogación: por qué admitir esa denominación que se presta a confusión y además se cuelga del nombre de la Universidad Autónoma de Chihuahua, la más antigua de la entidad y que, dicho sea de paso, sólo le causa orgullo al rector de la misma y a su séquito. Pero esa es otra historia por ahora.
La novísima U de CH AC, se supone no alienta fines de lucro por ser producto de un contrato de asociación entre particulares, que en principio no tienen como meta ganancia alguna. Pero en un país de máscaras académicas, eso se pone en duda por simple método. Por lo pronto ya hablan de colegiaturas e inscripción gravosas, que corren parejo con la oferta de trabajar exclusivamente por la tarde-noche y los sábados por la mañana, con ventajas como la “titulación automática”. Al menos parece otra más de las instituciones ‘patito’ que tenemos en Chihuahua para hacerle el favor al gobierno en su cacaraqueada cobertura universal.
Ofrece las carreras de Ciencias Ambientales, Fisioterapia, Ingeniería Industrial en Calidad, Administración de Hospitales, Servicios de Salud, y la infaltable carrera para producir más abogados, lo que de suyo habla mal de la naciente escuela. Al frente de ella y en lo que pomposamente llaman “campus Chihuahua” (habría que tomar las dimensiones de ese campus) aparece Humberto Molina Rocha, que en principio estaría representando regionalmente a una institución que aparentemente se extiende a Mazatlán, Sinaloa y Hermosillo, Sonora. Hay datos que se prestan a sospecha: su reciente incursión en la red, pero sobre todo la muy poca información de quiénes son, qué planta de maestros, instalaciones, por ejemplo. Si abrimos la página en la sección de Mazatlán prácticamente lo único que se ve es el Malecón, la playa, el mar azul y la estatua de una sirena.
Lo más sintomático es que al pedir información se contesta a través de un teléfono móvil, lo que hace suponer que no hay ningún respaldo ni estructura detrás. No queremos conjeturar mayormente, pero sí lanzar una voz de alerta para que se vea con mayor cuidado los servicios que pueda prestar este centro, en una sociedad plagada de defraudación.
Dos excompañeros de mi trabajo salieron de la «ruin» Universidad Interamericana del norte. y nadie quiso contratarlos como ingenieros….