coria

Se pelearon los periodistas. Carlos Coria, electo desde enero para dirigir el Colegio de Periodistas de Chihuahua, dimitió de su cargo no sin antes señalar y decir algunas verdades –que para eso están los periodistas–: “No somos un partido político y mucho menos una filial domesticada. No estamos ni hemos estado doblegados al poder político de los partidos o de los gobiernos, mucho menos habremos de doblegarnos ante los embates de estos intereses insanos ajenos al trabajo periodístico”. Y trascendió que para derrocarlo, algunos de sus detractores al interior del Colegio crearon cuentas falsas de correos electrónicos para denostarlo y calumniarlo, dando muestras de una bajeza extrema e incoherente con el estatus del buen periodismo.

El jefe del golpe, Osbaldo Salvador Ang y sus cómplices, han sacado a colación argumentos pedestres que hablan de la miseria de su pensamiento en torno al periodismo y la organización de sus profesionales, al hacer depender el órgano de un colegio de lo que diga una oficina burocrática del gobierno estatal. Y con cinismo que no renuncia al espíritu de lo cursi, dice que por fin el colegio y con la renuncia de Coria, hay “una excelente oportunidad para recobrar el rumbo y fijar, de nueva cuenta, la estrella polar que le dio origen”. ¡Cuánta elocuencia! Y además muy propia de aquellos que desde el gobierno se les administra el cerebro y además se les paga, y muy bien, por ello. Suceso orwelliano: rebelión en la granja.