videgaray-duarte-18feb2015Está desplegado todo un montaje, artificioso como es esto, para el control de daños que Unión Ciudadana le ha infligido al cacicazgo duartista al denunciar y comprobar la corrupción política que carcome a Chihuahua. Va desde las minucias de mantener entreabierta la puerta principal del palacio de gobierno, hasta las huecas visitas de secretarios del fracasado gobierno de la república, precisamente como la de ayer, que fue el día que vino Luis Videgaray, el Jaime Herrera de Enrique Peña Nieto. No obstante que en la página web de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público se dicen cosas alarmantes de la deuda duartista de Chihuahua, aquí el hombre acusado de corrupción por hacerse de una mansión (simple punta del iceberg) viene a decirnos que el endeudamiento chihuahuense es algo así como responsable. Nadie con dos dedos de frente puede creer en esto, sin embargo los medios tratan de meterle en la cabeza a todo mundo que vamos bien, cuando el estado se encuentra en bancarrota y hay quincenas que ni siquiera se le puede pagar a la burocracia, mucho menos pagar puntualmente a los proveedores y demás prestadores de servicios del gobierno estatal. Y lo más grave: muchas deudas sin explicar a qué se destina el dinero. Tan falaces son las declaraciones del Jaime Herrera peñanietista, que a contrapelo de lo que dice él, al mismo tiempo que vino a hablar a Chihuahua y sembrar el engaño, el Pleno del Senado de la República ha emprendido reformas para imprimirle disciplina financiera a las entidades federativas y a los municipios. Algo que desde luego se debe remediar de fondo.

No está descabellado pensar que la clase política que mantiene el control de la república se ha compactado a través de fortalecer el pacto de corrupción e impunidad. Luis Videgaray vino a anunciarle a los chihuahuenses que ellos, desde el presidente hasta los gobernadores y alcaldes, son absolutamente intocables, que a nadie lo alcanzará el brazo de la justicia. Es posible. Pero a partir de ahí surgen las preguntas: ¿Son tantos los compromisos, en el caso chihuahuense, como para cerrar filas con el duartismo?, ¿acaso Peña Nieto recibió dinero negro de Duarte y sus cómplices y patrocinadores que ya no tiene más remedio que envolverse en el chantaje del cacicazgo local?, ¿son tantos los negocios de los cuales se benefician que se pueden burlar de toda posibilidad de juzgar a los corruptos? También esto es posible y, desde luego, no causa extrañeza de ninguna índole, pues siempre han sido los mismos. El ingrediente nuevo lo podemos encontrar en otra parte. Me explico: el poder público es producto de un mínimo de legitimidad ciudadana y, por ende, corresponde a los ciudadanos tomar la palabra, accionar con coraje y poner las cosas en su lugar. Pensar que alguien desde las alturas va a venir a resolver los graves problemas que tenemos, es navegar por una senda equivocada.

En el caso chihuahuense y frente al mentiroso Luis Videgaray, conviene recordar: lo que no hagamos las mujeres y hombres de Chihuahua –la ciudadanía– por nosotros mismos, nadie lo hará, y si me apuran un poco, tampoco conviene que lo hagan. Contra el gobierno de Duarte la suerte está echada y vendrán las batallas, a mi juicio, llamadas al triunfo. Que se regodee el cacique de los secretarios jilgueros de Peña Nieto, pero que no olvide que vive aquí. Que su infierno está aquí.