duarte-retador-17feb2015

Los políticos más pedestres que registra la historia de todas las latitudes, son aquellos que recurren a la provocación, la agresión y la violencia para encarar a sus críticos, y en general a sus disidentes y opositores. Un ejemplo de esto lo ha dado César Duarte, prácticamente desde que asumió su cacicazgo, y particularmente luego de la denuncia penal interpuesta en su contra, hace ya cinco meses. En otras palabras, su atocinado cerebro no da para más.

Ayer en ciudad Camargo, y como luciendo frente a un funcionario federal, dijo: “A mis detractores les digo que al terminar mi administración estoy a sus órdenes donde quieran y como quieran”. En otras palabras: su bravuconería lo único que exhibe es la cobardía del político que no supo jamás encarar a su pueblo con honradez y apego a los derechos de todos y sin exclusión. El señor en apuros canta tiros –para decirlo coloquialmente– y asume valentonadas que realmente sería incapaz de llevar a los hechos, mucho menos cuando ya no tenga poder alguno. Es tramposo porque lo que está diciendo es déjenme terminar –que hoy sería su mayor ambición– y luego nos arreglamos. Algo anda mal en la cabeza del cacique. Su reto es una provocación de las muchas que acostumbra, de las cuales es ejemplo el parar afuera de los actos de Unión Ciudadana piquetes de gentes compradas para provocar y denostar. Hasta ahora no le ha funcionado ese mecanismo, a grado tal que él asume el papel que en otros tiempos se le asignaban a los peores agentes de los comités municipales del PRI. Hay ruindad, y de una persona ruin se puede esperar todo, más cuando está herido políticamente de muerte.

Que sepa el tirano que no es el estilo de Unión Ciudadana ni la violencia ni mucho menos andar tomándole el guante a un duelista que carece de honor. En otras palabras, si lo que nos quiere decir es que se la pelamos, le decimos contundentemente que para pelársela, ahí tiene a los suyos, porque a Unión Ciudadana realmente lo único que nos pela es los dientes.