Calzada

Leonardo Calzada, acompañado por amigos y familiares en su protesta frente al palacio de gobierno.

 

Evidentemente inspirado por los hechos represivos que rodearon la detención arbitraria del agente ministerial Leonardo Calzadas, es que un alumno de la UACH, quien siempre ha soñado con ser policía, hizo entrega a esta columna para su difusión de una carta en la que opina, como cualquier ciudadano, sobre la realidad que impera en el estado de Chihuahua:

Toda mi vida he anhelado ser policía. De niño, al ver a algunos de mis familiares llegar en sus patrullas y con sus uniformes, se me iluminaban los ojos; aún a la fecha no puede pasar una patrulla con las sirenas y los códigos encendidos sin que se me enchine la piel y piense que yo debería de ir arriba de esa unidad, a tratar de detener a los malos…

Sé que todos en alguna ocasión hemos criticado u ofendido a algún oficial de policía; muchas de esas críticas o quejas son fundadas, pues como en todos lados, siempre hay elementos buenos y elementos malos que ensucian el nombre y la labor de los que de verdad aman lo que hacen y que dan todo por hacerlo bien. Pero, ¿en algún momento nos hemos puesto en el lugar del oficial? ¿Nos hemos puesto a pensar que él también es padre, hijo, hermano, esposo, etc., que él se arriesga día a día para realizar su trabajo, y no sólo se arriesga él, arriesga a toda su familia y que aunque en ocasiones sienta miedo o preocupación, no puede sólo tomar un teléfono y pedir auxilio? No, él tiene que correr hacia el peligro en vez de huir. La labor policíaca es muy difícil en cualquier parte del mundo, pero en una ciudad tan peligrosa como la nuestra es algo casi imposible. Sí, porque aunque el gobierno nos hace creer que ya no hay delincuencia y que la ciudad está tranquila, todos en verdad sabemos que eso no es cierto, que siguen los asesinatos, robos, secuestros, etc., tal vez ya no como hace unos años, pero de que está ahí el crimen, ahí está…

¿A qué le tenía miedo un policía hace unos años? A la gran ola de violencia que vivíamos, a la gran cantidad de tipos que sin ningún escrúpulo les podían llegar a quitar la vida. ¿Y a qué le tiene miedo ahora, de qué se tiene que cuidar? De un jefe corrupto, prepotente, abusador e irrespetuoso, que le da órdenes con gritos e insultos, lo trabaja turnos inhumanos, y del cual no se puede quejar, porque si lo hace recibe un castigo. Cómo va a realizar una buena labor, ya no digamos excelente, si no ha dormido por doblar turno, o ni siquiera ha comido por no dejar sus labores; que ha tenido que pagar la reparación de su unidad, porque de esperarse a que la dependencia lo hiciera nunca iba a trabajar; que haya sido él quien pagara el uniforme que porta, ya que a pesar de que el gobernador hace eventos majestuosos para jactarse de los equipos tan buenos que les da a sus oficiales, ellos son quienes los pagan.

Como mencioné, el policía cuando se siente asustado o preocupado, a los únicos que puede recurrir es a sus compañeros. ¿Y ahora cómo lo va a hacer, si ellos mismos son quienes lo atacan y reprimen en vez de apoyarlo, ya que comparten las mismas inquietudes? No cabe duda que estos lo hacen, no por su voluntad, sino por seguir las órdenes de su dictador, para no meterse en problemas. No me quiero ni imaginar cómo se han de sentir los agentes en estos momentos, que aparte de cuidarse de los delincuentes tengan que cuidarse de ellos mismos. ¿Cómo quieren que una corporación funcione bien, si su estructura está podrida, si no confían los unos en los otros, si en cualquier momento el compañero con quien has trabajado años y años te va a dar la espalda por órdenes de un tipo sin escrúpulos?

De verdad les doy mi apoyo a todos esos oficiales que en estos momentos están sufriendo lo que aquí narro, y que quede claro, esto no me lo inventé, ni lo digo yo, lo dicen todos aquellos agentes que lo están padeciendo en estos momentos y que no dicen nada, para evitar que les pase lo que a su compañero. De verdad les deseo que pronto se termine esto y les pido que le echen muchas ganas y que no tiren la toalla; recuerden que, bien o mal, ustedes son los que nos cuidan. Sobre todo recuerden el deseo que tenían cuando iban a entrar a la corporación, ese deseo de proteger y servir a la ciudadanía, porque no cabe duda que para ser policía, y sobre todo en esta ciudad y con esta administración, se necesita tener una gran vocación y amor a la profesión.