Aunque el tema parece menor, muestra las dos caras del imperio estadounidense y el cinismo sistemático de Patricio Martínez García, al que sus crímenes sí le han pagado generosamente, llevándolo a un escaño senatorial. Ayer departió al lado del embajador Anthony Wayne en la ceremonia luctuosa con la que se conmemoraron los trece años de la caída de las Torres Gemelas en Nueva York. La ocasión fue propicia para recordar a los “hombres topo” de nuestro país, que genuinamente participaron en la búsqueda y rescate de las víctimas del brutal atentado del 11 de septiembre que marcó la historia.

Sí, dos caras: a Patricio Martínez García la DEA lo tiene entre las figuras a investigar en temas, casi hermanos, de crimen organizado y narcotráfico. Esa institución norteamericana así lo ha informado por vía diplomática, signando el documento respectivo precisamente un embajador de EUA en nuestro país. Pasando a la noticia que circula hoy, algunos dirán, estos ceremoniales son cosas de protocolo, otros aducirán la Convención de Viena, y no faltará quien recurra hasta a la simple urbanidad política, pero sea cual sea el expediente justificatorio de estas ceremonias, no podemos menos que subrayar esa política de dos caras, descarada y sistemática, de los círculos diplomáticos de la gran potencia, por una parte; por otra, el regodeo y la cosmetología con la que se apadrina a un politicastro al que el manto de la impunidad lo cubre a plenitud.