En el Encuentro Chihuahua, del viernes 4 de agosto de 2017, Ricardo Anaya -jefe nacional del PAN y precandidato presidencial- se refirió al “modelo Chihuahua”, en obvia referencia al proceso electoral de 2016 del que resultó derrotado César Duarte, hoy prófugo de la justicia. Fue más que una insinuación a replicar la experiencia en 2018 de nuestro estado norteño.

De entrada a este texto, se pueden colocar un par de interrogantes con contenidos antagónicos: ¿Anaya sabe lo que pasó aquí?, ¿Anaya lo sabe y miente y engaña? Van unas líneas que por hoy pretenden puntualizar hechos, que se irán desgajando en otras entregas:

– El PAN de Chihuahua fue duartista de principio a fin del sexenio

– Sólo una ínfima parte de sus cuadros principales se decantó por caminar por una vía diferente y al impulso obligado de una insurgencia cívica que emanó de fuera de todos los partidos y que marcó una ruta diferente en contra de la subsistencia del régimen de corrupción e impunidad que practicó la tiranía en todos los órdenes de la vida local

– Esa insurgencia cívica no tuvo una desembocadura electoral y partidaria por decisión propia. La realidad no se le dio al respecto, entre otras razones porque la naturaleza del movimiento Unión Ciudadana lo impedía por su carácter abierto y auténticamente plural

– Cuando se acercaron las elecciones locales de 2016, precisamente en las postrimerías de ese año, se intentó crear el Frente por la Unidad Democrática de Chihuahua, con un contenido electoral marcado por la búsqueda de apoyos pluripartidarios y ese propósito fue abandonado en los hechos por Javier Corral, Víctor Quintana, y ya con la aparición repentina, pero protagónica y decisiva, de Gustavo Madero Muñoz, que regresó a Chihuahua a “lavar” sus pecados por el Pacto con México, que a su tiempo apoyó también Corral Jurado

– En la realidad no se movió ni un dedo para que ese Frente, con programa y actores propios, emergiera como alternativa, lo que aprovechó el PAN para salir como única opción partidaria, aprovechadora, como desembocadura de la insurgencia cívica, y fue así que ganó

– Los hechos posteriores confirman esa línea, porque se constituyó un gobierno panista; de la mencionada Alianza Ciudadana no hubo un solo diputado o regidor y, por el contrarior, muchos espacios fueron ocupados por la ultraderecha vinculada al duartismo. Este gobierno local ha incumplido compromisos esenciales, que luego se denominaron “promesas del corazón”, y que van más allá de procesar a los corruptos priístas, iniciativa y lucha que el movimiento cívico enarboló y que jamás ha abandonado; el gobierno Corral hace mutis con relación a la denuncia del 23 de septiembre de 2014, pretendiendo desfigurar una historia que está muy claramente establecida en la conciencia ciudadana de Chihuahua

– Al calor del proceso electoral, ya con el único protagonista de Acción Nacional, se creó una Alianza Ciudadana para aparentar que estaba presente el movimiento cívico original, lo que se constituyó en un engaño rotundo

– En la escala nacional no existe el precedente que se dio en Chihuahua; la corrupción de Enrique Peña Nieto ha sido solapada, por decir lo menos, por el PAN de Anaya y Madero, piezas clave del rompecabezas de la partidocracia que azuela a México

– Hoy la idea del Frente Amplio alienta la autoprotección de un sector de la clase política para continuar reproduciéndose y es, a como se ve desde ahora, exclusivamente un proyecto de poder al que le da cuerpo la militancia activa de los gobernadores feudalizantes que están fuera de la ley al realizar acciones que la misma les tiene vedadas

– Si Anaya cree que el “Modelo Chihuahua” es la engañosa oportunidad para llevar por tercera vez al PAN al Palacio Nacional, hay que recordarle alguna guía para descarriados, o que sea más acucioso cuando habla de historia reciente o menos cínico

– Es cierto que el diálogo siempre es fecundo, a condición de ser incluyente. El “diálogo” de los de arriba, de los con poder, suele ser excluyente. Lanza el mensaje de que el pasaporte para incluirse en él lo da la posibilidad, exclusivamente, a quienes tienen recursos públicos, destinados para alentar proyectos “anti”, con los que quieren prolongar su vida política

Tenemos que avanzar históricamente. Sostengo que no hay duda de que la ruta de México va por otro rumbo, que es necesaria la derrota del régimen actual y su partido, el PRI. El péndulo de la historia se mueve a la izquierda. Queremos, como dijo el filósofo legendario, seguir avanzando, e “impedir que lo grande que ha producido nuestra época se reabsorba en el fermento ya descompuesto de tiempos pasados”. El PAN, la partidocracia en general, está en ese tiempo; el país lo sabe y quiere abrir otras compuertas.