Columna

¿AMLO estorba o ayuda a Sheinbaum?

La pregunta no es gratuita, tiene pertinencia en este momento en el que está más que claro que Claudia Sheinbaum está respaldada con todo el legado lopezobradorista, mostrándose como una persona que practica la fe del carbonero, de los que siempre lanzan por delante la obediencia ciega.

Por otra parte, y por sólo señalar dos hechos, está la gira que anuncia López Obrador por todo el país (23 estados son más que una simple muestra) que no se puede entender de otra manera sino como una campaña en paralelo, en la que se cifra el triunfo de Sheinbaum en la elección del próximo 2 de junio.

Habrá quienes, cegándose a toda razón, no vean que López Obrador se ha excedido en su intervencionismo electoral que tanto criticó antes de ser presidente de la república. Claro está que el narcisismo presidencial se quiere satisfacer con más baños de pueblo. López Obrador no puede vivir sin las loas que escucha a su paso, sean artificiales, interesadas y aun sinceras.

Se asume como el Cuauhtémoc al que se refirió López Velarde, como el único héroe a la altura del arte. De ese tamaño es su ego, y la exigencia que a todo le pone para que se rinda culto a su personalidad.

A partir de este razonamiento creo que la percepción que se tiene de este fenómeno es un estorbo para la candidata presidencial morenista, pues la hace ver disminuida y un simple instrumento de la mano del tabasqueño para prolongar su influencia política en las grandes decisiones nacionales. Y eso huele a maximato, aunque para corroborarlo hay que dejar pasar el tiempo.

Analistas de primera fila estiman que la elección presidencial está complicada para el oficialismo, que en el mismo interior de MORENA hay inconformidad porque ya va cobrando carta de ciudadanía la idea de que unos corretean la liebre pero sólo otros la alcanzan. Y ahí está la lista de candidatos al Senado de la república y a la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, que está poblada de expanistas, expriistas, neocharros y oportunistas de todos los colores.

En fin, sirva esta columna para expresar que López Obrador no es sólo un estorbo para Claudia, sino también para el país, por más gracias que dé.