Columna

Santiago Creel topó con Paredes

La candidatura de Santiago Creel a la Presidencia de la república se desvanece cada vez más. Es la segunda oportunidad en la que se sube a la competencia y seguramente la segunda ocasión que sufre el rechazo, o por decirlo con palabras más suaves, que no cuenta con vientos favorables.

Para la competencia presidencial de 2006 tenía en su favor al presidente de la república, Vicente Fox, y buena parte del aparato burocrático federal. Los empresarios grandes se sentían bien representados por el linaje porfirista del personaje. Empero, el músculo panista logró imponer que debía ser un panista con raíces el que ocupara el cargo; y apoyado en esa ola, Felipe Calderón se alzó con la candidatura, y a la postre llegó a la Presidencia de la república, en un proceso altamente controvertido.

Ahora las circunstancias son diferentes. Cierto que Creel tiene su historia en Acción Nacional, que es diputado federal bien posicionado en el aparato, a tal grado que le permitió escalar a la presidencia de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, a la que renunció en días pasados como una muestra de su voluntad de perseverar en favor de su candidatura y con el abrigo del Frente Amplio por México, integrado centralmente por el PAN, el PRI y el PRD.

Cuando se fraguaba la creación de este frente, las posibilidades de Creel eran sustanciales, pero con la insurgencia mediática de Xóchitl Gálvez se deterioró, en muy buena medida por el desprestigio de la élite que ha venido controlando al PAN y que está bajo censura del ojo público.

Claro que hubo maniobras, y una que habría que reconocerle al colmilludo PRI es que en la recta final quedaron dos panistas (Xóchitl y Santiago), lo que implicaría una división de su voto, y enfrente una Beatriz Paredes que concentraría toda la corriente del PRI a través de un aparato que no obstante su deterioro, puede servir para ganar la nominación.

En esa tesitura, a Creel si le quiere hacer un bien a su frente, no le queda de otra más que declinar en favor de Xóchitl Gálvez. Pensar en lo contrario sería la crónica de una derrota anunciada.

Y finalmente, lo que más padece el panista de a pie, es la ironía de la historia de hundirse en el remolino de tener a estas alturas que votar por una candidata del PRI, huipil incluido.