El actual proceso electoral en Chihuahua tiende a caracterizarse por su desapego a la legalidad vigente, en especial por lo que se refiere a la equidad para competir. En los hechos, desde hace meses se desarrollan campañas abiertas, en especial por lo que se refiere al PAN y a MORENA, aquel en el poder local y el otro construyendo su hegemonía desde el Palacio Nacional.

Puede haber muchas causas por las que el IEE no toma cartas en este asunto: de una parte está a dos fuegos desde los poderes que tienden, de facto, a vulnerar su autonomía y, desde luego que no se arropan en esta quienes debieran hacerlo para encarar las presiones y las agresiones, las más de las veces fuera de la visibilidad ciudadana e imperceptibles. 

Hay un quebranto institucional que puede servir para que avance una regresión autoritaria que, sin las garantías del órgano electoral, nos traiga las viejas prácticas que han impedido la democracia avanzada en el país y en el estado. 

María Eugenia Campos igualmente le entra.
Pérez Cuéllar también.

Entiendo que la gravitación que ejercen los poderes sobre el órgano es muy fuerte, pero precisamente quienes los encabezan tienen el encargo de resistir y, al parecer, no asumen dicha actitud. 

Es cierto: así como para que haya democracia se necesitan demócratas, para que exista autonomía se requieren autonomistas.

No creamos al Instituto para que fuera un florero.