Columna

Feminicidio: heridas que no cierran

El feminicidio es ancestral en la cultura patriarcal dominante. Sólo hasta fechas muy recientes se le ha dado visibilidad para que la sociedad tenga conciencia del fenómeno de agresión sistemática a las mujeres, mayores de edad y particularmente niñas.

Igual ha sucedido con la lucha de las mujeres por la configuración de un tipo legal específico y concreto que haga del feminicidio una acción punible. No ha sido una lucha fácil, y a la vez que se ha desplegado, el feminicidio persiste en paralelo.

Fue durante el gobierno de Francisco Barrio Terrazas cuando se lanzó la voz de alerta por organizaciones de mujeres. Esa voz progresiva conforme a los derechos humanos, fue contestada desde el poder de manera tradicional con clichés desgastados que emplearon, cada uno desde su espacio, el gobernador Barrio Terrazas, y el diputado priista, Miguel Etzel Maldonado.

El movimiento de las mujeres de aquel entonces se caracterizó por su independencia, por su altruismo, y por la resistencia mostrada frente a gobiernos agresivos, como el de Patricio Martínez García, que intentó sofocar de manera violenta al movimiento de las mujeres, como está documentado hemerográficamente.

Hace veinte años Amnistía Internacional, capítulo México, elaboró y publicó el informe “México: Muertes Intolerables: diez años de desapariciones y asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez y Chihuahua”, que jugó un gran papel en ese proceso de visibilización y resistencia a la que hago alusión en este texto.

Para conmemorar ese aniversario, vino aquí Edith Olivares Ferreto, directora ejecutiva de Amnistía Internacional en nuestro país, en primer lugar para subrayar que el fenómeno feminicida persiste, y para continuar con la agenda de concientizar a la sociedad de ese deleznable delito de odio hacia las mujeres.

Estuvo al pie de la Cruz de Clavos, que ha sido por más de veinte años el memorial por antonomasia del reclamo al poder para que se haga justicia a las mujeres, sentando bases para una prevención, cambios culturales y modificaciones a las políticas públicas para que incluyan la perspectiva de género como una línea esencial.

Escuchando opiniones en diversas partes, recordamos que esta lucha debe ser permanente contra el poder, porque lo mismo, en los años que el Informe contempla, los gobiernos del PRI encabezados por Patricio Martínez, José Reyes Baeza y César Duarte, han tenido el mismo talante despreciativo que han mostrado también los de origen panista, como Francisco Barrio, Javier Corral y la actual e inefable Maru Campos Galván.

Aquí no caben los oportunismos que se soportan en las relaciones públicas de los líderes con relación a los titulares de los poderes públicos. El problema del feminicidio rebasa cualquier síndrome de confraternidad por los poderes establecidos, gobierno, iglesias o empresas capitalistas.