Columna

Marcelo aspira a “supercarcelero”

Marcelo Ebrard dio a conocer, en su recorrido como “corcholata”, un esbozo de su plan de seguridad, al que denomina “Plan Ángel”.

Marcelo, más allá de que se da baños de pueblo que no se ven muy sinceros ni espontáneos, ha incursionado al nivel de la propuesta más sólida. Lo que quiero decir es que ha hablado de los cómo, que frecuentemente evaden los políticos que andan tras el voto.

Por ahora, sus propuestas se pueden archivar para tomarlos en cuenta si pasa a la siguiente fase, porque no dejan de ser meras intenciones. No obstante que esto entraña una buena nota, en realidad, entrando al contenido de una de ellas, deja más insatisfacción que esperanzas.

El “Plan Ángel” es una propuesta que tiene que ver con la seguridad en México y, por ende, con la violencia creciente que tiene diversas raíces, en particular la que concierne al crimen organizado, los homicidios por ejecución, el tráfico de armas y el narcotráfico.

El plan pretende ser muy convincente, por hacer acopio de propuestas muy tecnológicas –sofisticadas, podríamos decir–, que abarcará una vigilancia y control de la sociedad entera, que verá limitada sus libertades por el cúmulo de actos de molestia que esto entraña.

No hay –que es donde debiera haberlo– una propuesta de vigilancia y controles a los bancos y los flujos financieros, los de alto nivel, que se mueven a placer, sin reglamentación alguna. No podemos pensar que los volúmenes de dinero simplemente estén embodegados y menos debajo del colchón. Pero de esto no hay nada en el plan y ese es uno de sus faltantes.

Lo que propone Marcelo es un Gran Hermano, un Big Brother vigilante de todos, una gran inversión en tecnología que reducirá la atención de otras áreas prioritarias. Su parecido con la propuesta maruquista de la Torre Centinela, es más que notoria.

En este sentido, es de reconocerse el trabajo de denuncia que está realizando Julián Contreras Álvarez, un ciudadano de Ciudad Juárez que sabe de los efectos de la violencia, al llamar a Ebrard el “supercarcelero”.