Colonias de Chihuahua, las olvidadas del municipio
Todo indica que al ayuntamiento del municipio de Chihuahua, a sus regidores, síndica y funcionarios les importa muy poco la situación de las colonias de la ciudad, en particular las populares.
Toda la política fundamental, la que se refleja en erogaciones en el Presupuesto, está destinada a mantener una ciudad de concreto y automóviles que producen buena parte de la contaminación.
Lo primero y lo segundo obedecen a un ancestral esquema de negocios en el que Cementos de Chihuahua siempre se lleva una buena tajada, y las empresas automotrices, están ligadas también a los negocios de estado, más jugosos que la simple venta individual de automotores. Ahí figura Víctor Manuel Cruz Russek.
El municipio de Chihuahua, y en general los del estado, son aparatos que dependen de las proyecciones de la empresa cementera; ahí les hacen los estudios, los proyectos ejecutivos que luego se oficializan para pasar a decisión, y obviamente se imponen, sin que haya un urbanismo comprometido con el bienestar de los habitantes, haciéndoles más amable la vida en la ciudad.
El municipio, en este caso del de Chihuahua, como pueden ser otros, tienen la obligación de procurar el mejor esquema de movilidad, pero jamás se ha visto que tengan un proyecto de transporte público, municipalizado, que termine con el esquema de estar negociando con las viejas corporaciones sindicales, que constituyen lo que coloquialmente se conoce como “pulpo camionero”.
Ese pulpo siempre se sale con la suya, porque se negocia en la Secretaría General de Gobierno el conjunto de prebendas y favores, para mantener un status quo que lastima a quienes cotidianamente tienen que emplear el transporte colectivo.
El municipio pudiera tener gran voz en esto, pero no se decide, porque sus intereses están en otra parte, en especial en los proyectos que alimenta la mencionada empresa cementera.
Ahora nos encontramos con que Marco Bonilla ha decidido “hermosear” algunas avenidas, como la céntrica Juárez. Causa más molestias que beneficios, y es una obra de relumbrón. Todas las calles están sin señalización de carriles, sin nomenclatura, con semáforos inservibles, parques abandonados, baches a granel y reparaciones que no resisten más de una lluvia.
A los munícipes todo esto les importa un comino. Se mueven en la apariencia y abandonan las responsabilidades que entraña trazar la ruta hacia una ciudad y un urbanismo confortable y con futuro.
No otra cosa se espera de un alcalde como Marco Bonilla, que es un simple alfil en el ajedrez maruquista.
Así las cosas, nunca voltearán a ver el estado que guardan colonias muy tradicionales en Chihuahua y que le dan identidad a la ciudad, como la Industrial, Santo Niño, Obrera, Nombre de Dios, Villa y tantas otras que constituyen prácticamente conjuntos de ciudad olvidados.
El municipio, que es la célula cercana al ciudadano, en este caso es una célula muerta.