A falta de justicia, Miguel Salcido Romero –presidente impuesto del Supremo Tribunal de Justicia– se dedica a otros menesteres, entre ellos a fortalecer el endémico nepotismo. Ahora ofrece doctorados, desentendiéndose de que tal actividad corresponde a las universidades de buen nivel, y también a encomendarles a las damas voluntarias (esposas de los altos jefes) vender piedad en una sociedad impía. Fue así como se organizó el primer festival de salsa (Salsatón) para apoyar a niños enfermos de terrible mal. Atrás quedaron los juristas de relieve y la extensión del foro que tenemos fue literalmente asaltada por el legendario grito de “¡azzzzúcar!” de Celia Cruz. A decir de El Heraldo de Chihuahua, las damas movieron un poco el esqueleto, aunque su fuerte es el baile de “pisito”, ese que se practica en un solo cuadro o mosaico del piso. Todo fue algarabía, dejando de lado maquillajes, trajes sastre y tacones. ¡Muera la justicia y arriba la salsa!