El PAN, en especial el de Chihuahua, presumió durante mucho tiempo ser un organismo partidario de ciudadanos libres. Sus convenciones, en el mar de autoritarismo que golpeó al país durante mucho tiempo, eran ejemplares. Pero como se dice coloquialmente, el tiempo perdido los santos lo lloran.

Esas convenciones, congresos, rupturas y disidencias que se dan en una organización de mujeres y hombres libres, quedaron atrás y por una razón esencial. Correspondían a momentos en los que no se detentaba poder alguno. Eran los tiempos de candidatos heroicos que sabían, y así lo asumían, que la democracia era una brega de eternidad, a la que se asociaba un tufo místico.

Para qué hablar de ejemplos nacionales y locales de gran significación. Veamos lo que sucede en lo pequeño, lo local, lo de aquí y ahora.

En los eventos internos que ha desarrollado el PAN en Chihuahua para la elección de sus concejales de varios niveles, se exhiben y crean malestar en la militancia los lineazos que se dictan por el maruquismo a diestra y siniestra. Y como en los viejos tiempos, criticados furibundamente, esos lineazos quienes los padecen son los burócratas a los que se les indica cómo y por quién votar, y de manera concreta, recordandándoles que están en la nómina.

Así, por ejemplo, llegó a cargo partidario Xóchitl Contreras en Ciudad Juárez, pero casos como ese abundan. Y otro caso es el de Alfredo Chávez, quien a su vez es diputado local y entró con calzador y parece que a mano alzada a la dirección del Comité Municipal en Chihuahua.

El partido de ciudadanos que existía en los tiempos de ayuno de poder gubernamental se fue. Ahora sólo queda lo que el extinto monero Rius parodiaba como el santo hedor de la panadería.