La situación crítica que vivió Guachochi el día de ayer y cuyo saldo hasta ahora es el de cuatro muertos y una significativa cantidad de detenidos, viene a demostrarnos que en la sierra de Chihuahua se vive un régimen de extraterritorialidad, es decir, donde las instituciones del Estado han sido suplantadas por el crimen organizado.

Una vasta franja donde se da el trasiego de estupefacientes está escudada con capacidad de fuego por parte de los delincuentes, lo mismo Bocoyna que Urique, Guazapares o Guachochi, por sólo mencionar cuatro municipios de los más lastimados por la violencia.

Nada menos ayer Guachochi, que presumía un cierto blindaje ante la inseguridad, apareció igualmente vulnerable y se expuso a la población civil al fuego cruzado de federales y delincuentes. Como en los estados de excepción, algunas actividades, como el funcionamiento de las escuelas, tuvieron que ser suspendidas. La presencia de vigilancia aérea y el despliegue del Ejército contribuyó a acrecentar el gran miedo que padece la población.

Por canales oficiosos, desde el gobierno del estado se reconoció que todo estuvo en manos de los militares, como queriendo reconocer mérito, pero a la vez haciendo patente la propia debilidad de la Secretaría de Seguridad Pública estatal, encabezada por Gilberto Loya, así como la propia fuerza policiaca del estado.

Gilberto Loya soltó el cuerpo y se fue de fiesta a inaugurar la Expogan, donde acompañó a la gobernadora en el sarao, mientras en Guachochi no se contó con la presencia en momento de crisis de dicho funcionario.

Hay que reconocer que en la festividad ganadera al menos tuvo el detalle de no vestir su uniforme de policía cargado de insignias y que sus atavíos fueron civiles, pretendiendo pasar desapercibido cuando en Guachochi se reclamaba su presencia y visibilidad.