El abogado Marcos Molina publicó una carta el día de hoy en el periódico El Heraldo de Chihuahua y que tiene gran relevancia para entender por qué cada día es más recurrente la caracterización de caciquismo dirigida a César Duarte Jáquez y a sus peones en el resto de los poderes que sólo por una ligereza del lenguaje podemos catalogar de constitucionales en la entidad. El periódico publicó la importante misiva bajo el título de “La sepultura de las instituciones”. Léalo aquí:
A los chihuahuenses:
Ante el silencio de los magistrados del Supremo Tribunal de Justicia del Estado que dejaron en manos del gobernador la dignidad e independencia del poder que integran y que por conducto del presidente que les designa les impone consignas que los apartan del debido cumplimiento de sus funciones, sirviéndole de séquito en el descrédito que encierra su supuesta coordinación con el titular del Ejecutivo; de las barras de abogados que callan ante los abusos de poder tan frecuentes en todas las áreas del derecho y abandonan a sus agremiados expuestos a calificativos de deshonestidad injustamente generalizados; de los colegios de ingenieros y arquitectos que omiten comentar los errores técnicos evidentes de la obra pública, estatal y municipal, con que se medra al erario y afecta el tránsito y la seguridad en las vialidades de la capital del estado; de los funcionarios y empleados de gobierno que, sin atreverse a renunciar a sus cargos, acatan instrucciones abiertamente ilegales, cuya observancia los denigra, y algunos sin exigir decoro a sus personas, soportan la ignominia de continuas amenazas de despidos deshonrosos que festeja la prensa comparándolos con aves, y de todos los inconformes, de cualquier sector de la población, afectados por el estado de cosas de la administración pública, que no pueden o no se arriesgan a exponer sus puntos de vista.
Contra la prensa desleal a su obligación de informar veraz y objetivamente, que festina los desatinos del gobernador Duarte presentándolos como aciertos de estadista o jugadas maestras de político infalible, y contra los beneficiarios de su actuación que aplauden sus extravíos de poder, sin importarles sus graves consecuencias para la mayor parte de la población:
Yo Opino:
Chihuahua padece un cacicazgo político nunca antes visto, ni en los tiempos más aciagos del siglo pasado; y frente a éste, la ciudadanía calla intimidada, sin levantar la voz por las atrocidades que le impone.
Subordinada al Derecho, la política es el instrumento más eficaz para mantener la convivencia social, y en nuestro estado ambos dejaron de existir. El apotegma “el poder es para poder” sirve de epitafio a su tumba y de marco autoritario ilimitado de las decisiones del gobernante. El silencio y la paciencia ciudadanos forman el cortejo fúnebre del sepelio de las instituciones. En la pretendida coordinación de los tres poderes de gobierno, el grotesco dominio que el Ejecutivo ejerce sobre los otros, rompe su equilibrio y atenta contra la seguridad jurídica de las personas, poniendo en riesgo la salvaguarda de sus derechos mas elementales, que tal “armonía institucional” deja al arbitrio de un solo funcionario refractario al orden legal.
Al régimen de instituciones definidas en sus atribuciones, garantía máxima de los gobernados y resultante de sangrientas luchas y una larga evolución política, no puede sustituirlo un gobierno unipersonal sin quebrantar las reglas fundamentales de la democracia. Corresponde velar por la pervivencia de un sistema de facultades expresas y limitadas, primero, a los integrantes de los otros poderes, diputados y magistrados, comprometidos a ejercer con dignidad las que a su esfera competen en el ámbito de la legalidad, ni en complacencia ni instruidos por el depositario del Ejecutivo, y en segundo, a la ciudadanía que debe rechazar sus transgresiones a ese orden establecido.
El lastimoso papel que en el escenario político desempeña el Poder Judicial del Estado, primero con la divertida sumisión protagónica de su anterior Presidente en los rituales publicitarios del Ejecutivo, después sustituido por éste con otro incondicional, que con eventos políticos de profusión publicitaria, simula reivindicarlo de su pasado celebrando convenios de toda índole, que por su propia esencia son ajenos a la función que le es propia, sin hacer nada para superar la bancarrota de la administración de justicia que tiene encomendada, pues sin ocuparse de reparar las notorias deficiencias con que se imparte, está al servicio del gobernador, sin que el Pleno de los magistrados que lo integran osen someterlo a la legalidad, dignidad y sobriedad con que debe conducirse. La meta de toda sociedad es alcanzar un gobierno de leyes y jueces que resuelvan sus conflictos pacíficamente, no archivarlas para relevar a sus administradores del inaplazable deber de aplicarlas.
El Congreso debe mantener su independencia, no es cocina rápida de los menús ordenados por el Ejecutivo para engalanar sus actos de gobierno, ni justificar con leyes y decretos expedidos sobre pedido, bajo la jactancia de una concordia institucional muy lejana de existir y que sólo puede darse en condiciones de igualdad, no en las de supra a subordinación que ambos guardan, donde uno manda y el otro obedece, porque esa relación es de sumisión. La legislatura debe recobrar su función deliberativa sobre los temas que le toca abordar, no limitarse a votar los proyectos que se le envíen para cumplir el trámite requerido para solventar conflictos nacidos de la arbitrariedad, que de esa manera compromete su soberanía.
A la ciudadanía toca vigilar que los poderes y sus funcionarios actúen dentro del marco legal, siendo ésta lamentablemente la obligación que mayor abandono tiene. Su apatía es la respuesta a cualquier agresión a sus derechos fundamentales.
Le dolió a la clase política
En ciertos círculos de la clase política chihuahuense se tuvo como idea que duele denunciar que el PRI no es, en estricto rigor, otra cosa que un aparato del propio gobierno, con todo el uso ilegítimo de recursos para mantenerse en el poder. No es que en otras partes del mundo no haya partidos en el gobierno que se vayan alternando en el poder y que aprovechen su prestigio para permanecer, o sufran la desconfianza y se les retire el voto mayoritario, eso no es lo que tenemos aquí. Aquí lo que tenemos es una camarilla que emplea para sus propios fines el poder público de manera facciosa, y entonces el grueso de la ciudadanía no sabe distinguir dónde empieza el gobierno y dónde principia el partido. Eso es obvio cuando los mismos funcionarios de alto nivel reciben la encomienda al más puro estilo de lo que esto significa en la tradición mexicana, que viene desde la Colonia, de apadrinar un distrito electoral porque entonces, más allá de la militancia partidaria libremente adoptada, no se distinguirá cuándo el funcionario actúa como padrino y cuándo con facultades expresas y limitadas. Esto que digo es archisabido desde hace décadas aquí en México. Si les dolió la crítica es porque pegó en un lugar sensible. Hubo incluso algunos señalamientos que sugirieron que esta columna debiera tener comportamiento diferente, vaya usted a saber por qué.
Para que permanezca suficientemente claro, esta columna practica un periodismo que se acoge, por ejemplo, seleccionando al azar, a lo que en alguna ocasión escribió Denisse Dreser: “Quisiera comenzar recordando cuál es la misión del crítico en cualquier sociedad democrática. ‘Decir la verdad y avergonzar al diablo’, como sugería Walter Lippman. Ser odiado por todos los bandos. Sentarse frente a la pantalla o ante la computadora y ser amigo de nadie. Desplegar la honestidad y el coraje para proteger a las sociedades del gangsterismo, venga del gobierno o del sector privado. Ser censor implacable del poder porque ésa es la única manera de democratizar su ejercicio”. Más claro, ni el agua. Venga lo que venga.
Duarte escribirá y cimbra a Washington
El cacique declaró: “Cuando concluya mis labores de gobernador, escribiré uno de los pasajes más simbólicos de la coordinación a nivel internacional; hacerlo público hoy sería seguramente un escándalo…”. Esta declaración podría ser el epígrafe inicial de un libro que se podría llamar “El día que Washington tembló” o “Cuando la DEA se encomendó a Dios”. En el Reino Unido un prestigioso científico acuñó un término para estas patologías: le denominó síndrome de hubris.
Pregunta con olor a Malinche
Llega a nosotros la noticia de que el presidente municipal de Parral, Miguel Jurado, recibió un bastón de mando de algún jefe rarámuri. Me aseguraron que fue laaaargamente pulido por los legendarios tlaxcaltecas. Por algo será.
TODO, LO EXPUESTO, EN LA PUBLICACION DE MARCOS MOLINA, ES COMPLETAMENTE CIERTA Y LLENA DE RAZON, EN EFECTO, LA COBARDIA DE TODOS LOS SECTORES, ES INCUESTIONABLE, PARA MUESTRA, BASTA UN BOTON, COMO REZA UN ANTIGUO REFRAN, PUES DE LOS MAS DE 1500 SERVIDORES PUBLICOS DESPEDIDOS SIN CAUSA LEGAL ALGUNA Y SIN EL PAGO DE INDEMNIZACION, FUIMOS CAPACES DE DEMANDAR AL GOBIERNO, SOLO UNOS CUANTOS, LOS DEMAS NO LO HICIERON POR TEMOR A REPRESALIAS O PORQUE CREEN, QUE EL GOBIERNO NUNCA MAS LES DARA EMPLEO,.!!!