Bonilla: mi trono por un bache
Los baches en la ciudad de Chihuahua están a la vista de todo mundo. Hablar de los hoyancos en las calles pareciera, a primera vista, un tema fútil. Sin embargo, su presencia hace evidente muchas más cosas que los simples percances que padecen los automovilistas, graves de suyo porque redundan en daños concretos a los vehículos de costosas reparaciones.
En estos momentos está diseminado el sentimiento de que se paga predial, y ahora placas, y que simultáneamente las calles están en deplorable estado.
Los baches nos gritan a cada paso que los gobiernos no se han aplicado a realizar una obra consistente, sustentable y duradera. Con cualquier llovizna, aparte del trajín diario que pesa sobre las calles inundadas, se destruye su pavimento, y eso da cuenta de que la obra pública en este campo es más desatendida, superficial y de absoluta mala calidad.
Todo indica que hay un negocio detrás de la industria del bache, que se extiende a las pinturas que se utilizan para señalizar carriles, que no duran ni 48 horas; aparte de que realmente no existen en grueso número, causando eso accidentes, no pocas veces graves por su costo económico, por lesiones humanas o hasta pérdida de vidas.
Insisto: eso lo vemos todos, y también el alcalde Marco Bonilla, pero a él le da por hacerse el desentendido. Año con año tenemos que padecer el ofrecimiento de que, pasando las lluvias, ahora sí, se parcharán las calles de la ciudad.
Bonilla, cada vez más diestro en el cosmético mediático, ha ofrecido que el municipio pagará daños a los propietarios de vehículos dañados por los baches. Hay que tomarle la palabra y hacer fila, y demandar, si es necesario, porque en efecto, la responsabilidad objetiva corre a cargo de quien al ser omiso en su tarea, provoca que los vehículos se dañen. Y vaya si es costosa la reparación.
Así, se abre una vía para el reclamo, que significaría que si la autoridad no cumple con los causantes fiscales del predial y otras contribuciones, que se restituya a los que han visto mermado su patrimonio con la existencia de estos verdaderos socavones.
No cabe duda que la respuesta que dio el alcalde es altamente demagógica, para salir del paso. Pero qué tal si se la hacemos efectiva. Entonces sí habrá una justicia restauratoria de los miles de daños que se causan a diario.
Aquí es donde se debe demostrar que hay ciudadanía.