El Instituto Chihuahuense para la Transparencia y la Información Pública (ICHITAIP) está en crisis. La complaciente reelección de Enrique Medina Reyes como su presidente, el pertinente litigio que mantiene Rodolfo Leyva Martínez, que va a propiciar la caída de dos consejeras (Nancy Martínez Cuevas y Alma Rosa Armendáriz Sigala), pero sobre todo su desempeño así lo demuestra y es seguramente esto último lo que más importancia debe tener, si nos guiamos por la exigencia de que exista el derecho a la información y la rendición de cuentas.

La semana pasada me permití esbozar una crítica con motivo de la reelección del parralense Medina Reyes en la presidencia. Escribí que algo pasa que proyectos muy valiosos para la república, que surgen bajo los mejores auspicios y en grandes consensos sociales se malogren o simplemente se desvanezcan como fina arena entre las manos, y otras cosas no menos graves. Hubo a estas críticas una respuesta en la que desde luego no se entró en polémica y se presumió, por parte de Medina Reyes, que las prestigiadas organizaciones civiles Artículo 19 y México Infórmate tenían rankeado (qué fea palabra) a Chihuahua, y por ende al ICHITAIP, en los primeros 6 lugares nacionales, insinuando que eso era hasta motivo de orgullo. Pero se condujo con falsedad y falta de honradez intelectual al utilizar el informe que contiene el Índice Nacional de los Órganos Garantes del Derecho de Acceso a la Información (INOGDAI) a su entera conveniencia y pensando que finalmente nadie lee esos documentos, de los que los medios de comunicación locales jamás se ocupan con detenimiento porque riñe con los intereses de sus patrocinadores gubernamentales.

Si uno examina a fondo estos instrumentos, puede fácilmente concluir que el ICHITAIP emplea la mediocridad como argumento. Se desentiende del refrán que dice que el mal de muchos es consuelo de tontos, porque esos primeros seis lugares donde está Chihuahua hablan de una enorme desgracia nacional en materia de transparencia en los estados. O sea, que en el desastre se tienen menos raspones y chipotes, pero de que se tienen y son sobrados para malcalificarlos, no hay duda.

Repasemos lo que nos dice el INOGDAI: Chihuahua ocupa, a nivel general un sexto lugar (entran todas las entidades a revisión) con calificación general que apenas supera los 60 puntos, que en sí mismos son reprobatorios, y distan de toda excelencia y más bien hablan de un proverbial panzazo, según terminología magisterial al uso.

Al respecto conviene apuntar que el análisis de Article 19 y México Infórmate, correspondiente al trienio 2010-2012, evalúa 15 rubros que están comprendidos en tres grandes categorías: la primera de estas relativa a la transparencia y rendición de cuentas de los órganos garantes, donde el promedio nacional obtenido por las entidades federativas fue de 48.5 de 100; el segundo elemento se refiere a la función de promoción del derecho de acceso a la información, donde el promedio nacional de las entidades fue de 43.9; y finalmente el tercer elemento, considerado como categoría de evaluación, es el relativo a la función de resolución de controversias de los órganos de transparencia donde el promedio nacional obtenido con base a los elementos evaluados en el Índice se fijó en 43.4.

De esos 15 rubros, Chihuahua obtuvo 100 por ciento en tres (Presupuesto, Acceso a la Información, Programas, Presupuesto a la promoción del Derecho de Acceso a la Información) es decir, los dos primeros están relacionados con el concepto dinero que gasta el gobierno en la institución; el tercero está vinculado a la existencia misma de la institución –legal, simbólica o documental– , y la última, dividida en dos indicadores (un presupuesto ejercido en 2012 en programas educativos y otro presupuesto ejercido el mismo año en programas de capacitación, ambos en materia de transparencia) envuelta en una paradoja: como la mayoría de los estados no cuentan con asignaciones presupuestarias específicas destinadas a los programas educativos y a los programas de capacitación, Chihuahua y Querétaro obtuvieron una calificación de 100 por ciento “al obtener una proporción del presupuesto ejercido para programas educativos y programas de capacitación superior a las medias nacionales”. Como dice otro refrán: en tierra de ciegos, el tuerto es rey.

Para mí esto es exaltar un lugar dentro de los primeros, reprobatorio, y hacer de la mediocridad la defensa. Casi casi como dijeron los generales dictadores argentinos luego de perder la guerra de Las Malvinas: mira, ché, que para ser la primera guerra mundial en la que participamos, el segundo lugar no está mal.