Rehabilitación política, el crimen sí paga
Se supone que cuando una transición llega a su objetivo, los poderosos del antiguo régimen pasan a mejor vida política. Que si faltas del pasado se ven bloqueadas por las puertas que se le cierran al inaugurarse una nueva etapa de superación.
Aquí en Chihuahua hemos tenido una entidad de alternancia, que contrastan con el monolitismo priista, cuando el partido hegemónico ganaba de todas todas. El PAN está en su tercera oportunidad en el Ejecutivo estatal y en el control del Congreso del Estado. El trío compinchado lo componen Barrio, Corral y Maru Campos. Si aplicáremos el cartabón mencionado sin más ni más ya sería tiempo de que los políticos corrompidos adictos al viejo sistema no los viéramos en la escena del poder público. Pero no es así, se mueven a sus anchas como si no hubiera obstáculo alguno como son los ejemplos del actual gobierno que paso a reseñar.
El duartista José Miguel Salcido Romero continúa ahora como una especie de secretario de Estado sin cartera y así mete su nariz en todas partes, opera como si no tuviese una historia de complicidades durante la tiranía de César Duarte. En igual circunstancia está Héctor Mario Trevizo Salazar que se mueve en la búsqueda de la rectoría de la UACH convertida en un cargo más del Ejecutivo estatal en franca violación a la tan traída y llevada autonomía universitaria.
Y donde ya las cosas llegan a extremos, así se trate de un cargo aparentemente menor es el nombramiento como coordinador de una maestría en la UACH pomposamente llamada “Periodismo y poder” en favor de Javier Horacio Contreras Orozco. Personaje de todos conocido por su larga estadía en los medios al servicio de la persuasión priista, bien remunerada con fondos públicos. Contreras Orozco es experto en la censura vertical, la que se impone desde las altas esferas del poder a la sociedad y que ahora ha desarrollado el tema de la censura horizontal, en reciente obra soportada en un libro.
Cómo es posible, me pregunto que la UACH premie y rehabilite a personajes de esta ralea. Este último caso es verdaderamente escalofriante porque se pone en sus manos la formación de cuadros para la persuasión autoritaria y desde la universidad que debiera ser una casa abierta y crítica. O, me pregunto, ¿acaso es falso que regresó dinero del duartismo para evadir una causa penal? O, me pregunto también, ¿el derecho a la información de la sociedad de Chihuahua pasa por la universidad creando los cuadros que lo conculquen?
Estas preguntas tienen una respuesta sencilla y plantean un reto. El crimen sí paga, y el problema es hasta cuándo.