Continúa para el gran público como una incógnita el viaje a España de María Eugenia Campos Galván, la gobernadora panista de Chihuahua. Menudean obviamente las versiones que van de las vacaciones al esparcimiento, el carácter errático e improvisado de un viaje internacional y hasta otras de índole estrictamente personales, apoyadas en el erario.

Se ofrecieron ambiciosos propósitos para el viaje ibérico, y también se dijo que se traerían grandes y tangibles resultados. Los propósitos son subjetivos y solo ella lo sabe, los segundos simplemente no se han hecho públicos posiblemente porque no existen. Lo que sí se puede afirmar es que se trata de un periclo anticlimático por el despliegue de la política exterior de López Obrador contraria a los intereses españoles, particularmente en materia energética.

Ese clima se confirmó prácticamente al regreso de la gobernadora cuando el presidente de la república puso en pausa nuestras relaciones con la península ibérica, al que tantos lazos nos unen, en la etapa contemporánea. De tal manera que hablar de inversiones en energía, aeronáutica y turismo resulta muy frágil, si no se hacen públicos los logros que se publicitan a diestra y siniestra a través de una prensa debidamente aceitada para la adulación.

Sostengo que fue un viaje carente de planeación ya que los encuentros habidos en España se dieron en la incertidumbre del nombramiento del embajador mexicano, por una parte y, por la otra, que del recorrido se desprende que hubo reuniones, algunas de pasillo, con personas menores en cuanto influencia en decisiones internacionales en materia de inversión básica.

En los medios internacionales, es una opinión muy generalizada, se estiman estos viajes como algo inútil y que por urbanidad se atienden porque siempre son a solicitud de parte, no porque se compartan propósitos bilaterales. Cualquier gobernador de la república que diga que va a España genera artificialmente la necesidad de que se le reciba y en la medida de lo posible se le agasaje. Pero no hay agendas reales ni necesidad de atenderlas, cuando hay algún embrión que dé miga a algún trato específico. Lo digo de manera más fuerte, esas visitas suelen ser un estorbo para las personas del país visitado. Pero un dejo de urbanidad nunca deja de invertirse.

Lo que sí está fuera de toda duda es el sesgo ideológico y faccioso que cobró la visita con las atenciones que recibió de Fátima Báñez, personaje clave de la derecha española -heredera del franquismo- y miembro de primera fila del Partido Popular. Báñez fue diputada y ministra de los gobiernos de derecha con José María Aznar y Mariano Rajoy y trabaja ahora con las organizaciones empresariales.

No olvidemos que la derecha es una internacional muy influyente, que no pierde el tiempo ni su dinero en el despliegue de sus propósitos. En el caso que me ocupa fue consejera para México de la petrolera Iberdrola, lo que no es ninguna casualidad. Hasta ahora lo que podemos decir es que regresó del viaje con las manos vacías y quizás con un conjunto de expresiones que no van más allá de las buenas intenciones.

Basta ver la reacción de la gobernadora a un cuestionamiento periodístico sobre la pausa decretada por López Obrador en España. Contestó que el asunto era diplomático y de la Cámara de Senadores, y que las relaciones que ella trata de establecer ya se dan directas de los estados con el exterior (los viajes sin duda) pero hay que ver el cúmulo de atribuciones del gobierno federal en materia económica para concluir dos cosas: el desconocimiento de política internacional de la gobernadora y el oportunismo para no contestar con buenas razones al Ejecutivo federal por sus dislates en materia de política exterior, que dicho sea de paso van más allá de lo puramente diplomático.

Por lo pronto un viaje que no le deja nada a Chihuahua, salvo a Maru que se placea por el mundo con doble propósito de facción.

11 de febrero de 2022