En el día a día nos percatamos que el gobierno nos maquilla una realidad y tenemos otra, la que duele, la que nos mantiene hundidos en materia de criminalidad y ausencia de justicia. Veamos tres escenas.
Primera: apareció el cuerpo sin vida, tirado al lado de una carretera y en descomposición de Luis René Villarreal Mendoza, que había estado figurando en la nota roja y política con motivo de un informe de la Auditoría Superior del Estado que lo ubicaba como protagonista de un jineteo de dinero propiedad, supuesta, de los diputados panistas que apoyaron a Javier Corral y que ahora reclamaban señalando como posible arquitecto del fraude al doctor Jorge Issa. Es muy temprano para saber el desenlace de este crimen pero se anuncia que hay un fondo delicado.
Segunda: en el CERESO No. 1 ubicado en Aquiles Serdán y que administra el gobierno del estado que capitanea Maru campos aparecieron dos reclusos muertos. Se trata de Juan Carlos Álvarez Díaz y Hugo Arath García Robles. Se dice que murieron intoxicados al haber sido inyectados con “sustancias”. La pregunta que salta a la vista: ¿quién permite, por qué y por cuánto la introducción de drogas a un penal que se supone hermético?
Tercera: en otra dimensión y beneficiado por los vientos que corren, Gerardo Villegas Mandriles, el último de los enjuiciados presos, del corralismo recuperó su libertad de la que se le había privado por corrupción en la etapa de Duarte. Ahora seguirá su juicio desde el calor del hogar, con un brazalete para su ubicación y luego de haber entregado cinco millones de garantía.
De los tres escenarios tendrá que responder el gobierno maruquista, dos de ellos están ubicados en las reyertas del duartismo y sus complicidades.
Todos se cubren con la misma cobija